Hay quienes la han visto siempre con malos ojos, pero lo cierto del caso es que Chota no es malintencionada. Nunca lo ha sido.

Es pícara, ingeniosa, alegre, picante y punzante, pero no busca hacer daño.

Puede producir comezón en la mente, un cierto malestar en el estado de ánimo y levantar roncha en la piel de la vanidad. A lo sumo esos efectos; de ahí no pasa.

Claro, no todos la conocen bien, por lo que muchas de sus actuaciones pueden y suelen ser malinterpretadas. Además, nunca faltan los que hablan mal de ella a sus espaldas, creándole una imagen de villana que en realidad no le hace justicia.

Chota es como el Pisuicas, un personaje folclórico, alegre, inofensivo, astuto, chispa.

Por eso me duele saber que se quedó sin trabajo en este año tan complicado. Sí, de la noche a la mañana pasó a engrosar las lamentables estadísticas del desempleo.

¡Pobre Chota!

Ya cuando no hay empleo ni para ella es que la situación está más jodida de lo que aparenta.

Puro Cuento me dijo, mas no sé si creerle, que ahora Chota la anda pulseando lavando carros, vendiendo tacacos, paseando mascotas, haciendo jardines y cobrando impuestos por ver ballenas.

Lo que sí es cierto, y me molesta, es que la hayan despedido para darle su puesto de trabajo a Insulto, quien sí actúa de mala fe.

A Insulto le gusta herir, lastimar, denigrar. Se siente realizado cada vez que siembra dudas infundadas, esparce falsedades y maquilla de crítica constructiva lo que no es más que un burdo ataque personal.

Chota, aunque les cueste creerlo, tiene una cierta elegancia, es salerosa. En cambio Insulto es ordinario y de mal gusto.    

Ojalá esta amiga encuentre trabajo pronto, pues se echa de menos la ocurrencia que además de invitar a pensar, hace reír.

Jotade