-¿Gozan de buena salud? ¿Escuchan con claridad a los colaboradores?

-¿En qué estado se encuentra el canal auditivo? ¿Está abierto a las nuevas ideas?

-¿Y el tímpano? ¿Permite que fluyan las voces de la crítica constructiva?

-¿Qué hay del hueso temporal? ¿Obstruye o estimula la sana y necesaria discrepancia en el equipo de trabajo?

-¿Ha revisado el nervio coclear de las jefaturas? ¿Se encuentra en estado óptimo o requiere algún tipo de tratamiento?

-¿Le está prestando atención al nervio vestibular? ¿Cómo reacciona ese importante miembro del oído interno cuando los trabajadores demandan más comunicación?

-¿Está despejado, limpio, el canal semicircular? ¿Sabe que puede examinarlo con tan solo verificar qué tan fluida es la escucha en doble vía en estos tiempos de teletrabajo?

-¿Y el estribo? ¿Está consciente de que hay empresas e instituciones que se traban por un mal manejo de las quejas de los empleados?

-¿Qué puede decirme del yunque? ¿Circulan por ahí no solo las oportunas llamadas de atención sino también los necesarios reconocimientos?

-¿Cuándo fue la última vez que revisó el músculo temporal? ¿Se basa la comunicación en machotes llenos de jerga institucional o se adapta a las características particulares de cada grupo de la organización?

-¿Hay costras en la escafa? Es decir, ¿escucha la organización únicamente lo que le conviene?

-¿Cómo están los oídos de su organización? ¿Padecen otitis o sordera, o sin duda alguna obtendrían una excelente posición en un Ranking de Escucha Organizacional?

-Como dice en los evangelios: “El que tiene oídos para oir, oiga”.

Se vale discrepar