Para el cronómetro a la tica no existe el sentido de urgencia, la necesidad de actuar de manera oportuna ni la responsabilidad de contribuir con el eficiente uso de los días

Reloj sin manecillas, es el título de la novela que la estadounidense Carson McCullers (1917-1968) publicó en 1961 y que, por lo tanto, cumplirá sesenta años en el 2021.

Leí esa obra de ficción literaria en 1991, hace casi 30 años. Desde entonces, cada vez que he tropezado con ella en mi biblioteca, pienso en nuestro país.

Costa Rica se me parece al personaje principal de ese libro: J. T. Malone, un farmacéutico para quien la vida se detiene en cuanto un médico le informa que padece leucemia.

La existencia de ese hombre se transforma, en cuestión de pocos minutos, en un reloj que no marca segundos, minutos ni horas.

Durante los últimos 29 años he concluido, una y otra vez, que esta nación de tan solo 51.100 kilómetros cuadrados porta en su brazo izquierdo un reloj cuyo objetivo primordial no tiene ninguna relación con el tiempo.

Esa máquina, según mi apreciación desde 1991, es indiferente al pasado, presente y, en especial, al futuro.

Para ese cronómetro a la tica no existe el sentido de urgencia, la necesidad de actuar de manera oportuna ni la responsabilidad de contribuir con el eficiente uso de los días.

Ese aparato, según me ha parecido la mitad de vida, desconoce por completo el sonido del tic tac. Lo peor de todo es que le da igual.

Sin embargo, hoy encontré una imagen que podría ilustrar mejor lo que sucede en nuestro país. Me refiero a la foto que acompaña a este texto: un reloj con manecillas que no giran pues están clavadas. fijas, en el 12.

El tiempo está atorado en ese organismo de muelles, ruedas y piñones. De nada sirven el pivote, la virola ni el volante.

Cada pieza posee un enorme potencial para poner al aparato en marcha, pero lamentablemente no pasa de ser un elemento inútil.

“La muerte siempre es la misma, pero cada hombre muere a su modo”. Así empieza la novela Reloj sin manecillas. ¿Qué podemos hacer para que el próximo capítulo de la historia económica de Costa Rica no comience con “La muerte siempre es la misma, pero cada país muere a su modo”.

“El truco de esta vida es convertir una experiencia desgraciada en una feliz”, dice en la página 79 de esta obra por la que pagué ¢320,00. ¿Será capaz nuestro Gobierno de transformar el duro 2020 en un mejor 2021? ¿O ya tiró la toalla? Espero que no.

Una cita más (página 137): “Es indudable que la vida se compone de innumerables milagros cotidianos, la mayor parte de los cuales pasan inadvertidos”. ¿Cuándo entenderemos los costarricenses que el bienestar común y el desarrollo se componen, por el contrario, de innumerables decisiones difíciles pero necesarias?

¿Cuándo empezarán a moverse las manecillas del reloj de nuestra patria? ¿Cómo podemos contribuir para que giren de una vez por todas?

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente