El primer debate organizado por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), transmitido anoche por Canal 13 y conducido por la periodista Lilliana Carranza, me dejó un balance parecido al de otros ejercicios similares realizados por diversas empresas y organizaciones en ruta a los comicios del próximo 6 de febrero: sobran acciones puntuales en torno a problemas concretos, pero faltan visiones estratégicas en torno a los grandes desafíos nacionales.

Se trata, en muchos casos, de tareas necesarias e importantes, y hasta impostergables, pero que se parecen más a una lista de mandados que al esbozo o la definición de una ruta hacia el futuro.

“Ideas sobran, lo que falta es ponernos de acuerdo”, decía una valla publicitaria de don Abel Pacheco de cara a las votaciones de febrero del 2002. Veinte años después, siguen sobrando ideas y faltando visiones.

Lo constaté anoche gracias a las respuestas que dieron (en este orden aparecen en las fotos de este artículo) Welmer Ramos, del Partido Acción Ciudadana; Fabricio Alvarado, de Nueva República; Federico Malavassi, de Unión Liberal; Carmen Quesada, de Justicia Social Costarricense; Greivin Moya, de Fuerza Nacional, y Martín Chinchilla, de Pueblo Unido.

Está claro que el formato y el tiempo de estos encuentros entre aspirantes a la presidencia de la República limitan las posibilidades de profundizar más en las oportunidades del mañana que en los fuegos que hay que apagar hoy, visualizar el desarrollo de largo plazo que escribirle la carta al Niño y soñar con el crecimiento en vez de atorarse en diagnósticos de pesadilla.

Sin embargo, los candidatos no se salen de esta estrecha caja en entrevistas, discursos, apariciones en redes sociales y anuncios, espacios en los que además disparan ocurrencias, disparates, oportunismos, populismo y otras especies que empañan la ventana a través de la cual deberíamos otear una prosperidad sostenible.

No es que progreso y evolución estén del todo ausentes en este proceso electoral, pero sin duda el músculo de lo inmediato le está ganando la partida al brazo de lo vital. “Lo esencial es invisible a los ojos”, dice el principito, ese célebre personaje del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry.

Veo a los pretendientes de Zapote más como marineros a expensas de las múltiples y cambiantes corrientes y mareas que como capitanes que empuñan el timón con firmeza y marcan su propio rumbo.

Quizá yo esté equivocado y esté esperando demasiado, sin comprender que no se trata de elegir a un estadista visionario, sino tan solo a un presidente que haga los mandados.

Aún así, voy a acudir a las urnas pues no pienso que lanzar la toalla sea parte de las soluciones serias. Espero que los debates de esta semana me ayuden a tomar una decisión.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación