“Como dijo Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz y Mensajera de la Paz de la ONU, la humanidad en su totalidad no puede avanzar si la mitad no tiene las mismas oportunidades”.

Por Eugenia Rodríguez Ugalde (*)

La estructura económica dominante en el mundo, que favorece el consumismo, nos ha llevado a buscar a explotar los recursos naturales para obtener mayor riqueza. A la vez, es una organización excluyente pues no todos los grupos de la población pueden tener acceso a esta riqueza.

En particular, esta exclusión ha venido ocurriendo con la población femenina, y como consecuencia, han surgido diversas iniciativas feministas que buscan dar una mayor relevancia y bienestar al rol de la mujer en la sociedad.

Uno de ellos es el Ecofeminismo, que nació y tomó fuerza en los años setenta del siglo anterior, que une el feminismo y la ecología, para dar una respuesta tanto a la exclusión social de las mujeres y a la vez contribuir con la preservación del planeta.

La ecología (el prefijo de la palabra ecofeminismo) de acuerdo con la Asociación para el Estudio de la Ecología Humana, se refiere al vínculo entre la vida y la actividad humana y su impacto en los ecosistemas.

Para la brasileña María Cándida Moraes, se trata de la relación que establecen las personas consigo mismas, con los demás seres humanos y otras especies y con el ambiente. Hacemos referencia a una ecología ambiental, que se refiere al vínculo de los seres humanos con su entorno, a la ecología social, que hace alusión a las relaciones que establecemos entre todas las personas y a la ecología interna, que se refiere al equilibrio y la empatía que establezco conmigo misma.

En cuanto al feminismo, nos referimos a la búsqueda de la equidad entre todas las personas, independientemente de su sexo. Tal como dijo Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz y Mensajera de la Paz de la ONU, la humanidad en su totalidad no puede avanzar si la mitad no tiene las mismas oportunidades.

De esa forma, el movimiento ecofeminista une la conciencia ecológica con el empoderamiento de la población femenina para el desarrollo personal, social y ambiental. Entiende que la crisis ecológica que vive la humanidad es un tema prioritario en la agenda del feminismo, porque no tiene sentido luchar por la equidad de género en un mundo que se autodestruye, que se rige por el consumismo insaciable.

Así, el ecofeminismo tiene como objetivo primordial alcanzar la sostenibilidad de toda forma de vida en el planeta y a su vez, el bienestar y la equidad de las mujeres, quienes han estado excluidas.

“Todas las personas debemos conectarnos con la Naturaleza, entendiendo que los seres humanos no podemos sobre explotar sus recursos para obtener beneficios económicos, sin pensar en el futuro”.

Eugenia Rodríguez Ugalde, Vicerrectora de Bienestar Estudiantil y Extensión Universitaria en la Universidad Castro Carazo

El rol de las mujeres en la ecología ha sido fundamental, contribuyendo decididamente al bienestar de las familias, al desarrollo sostenible comunitario y a la conservación del patrimonio natural. Las amas de casa que en sus hogares han cuidado y reutilizado los recursos naturales existentes, porque saben el valor que tienen la vida de las personas, que educan a sus familias para que desarrollen hábitos de vida amigables con el ambiente, como cerrar la llave del agua mientras se cepillan los dientes, reciclar y reutilizar los recursos, son un ejemplo.

Otro ejemplo está relacionado con el aporte de las mujeres en las comunidades rurales. Ellas están al tanto del desarrollo de su comunidad y tienen un amplio conocimiento del entorno y luchan por la conservación de los recursos naturales. Sin embargo, muchas de ellas se han tenido que enfrentar a situaciones de exclusión social e inequidad de género debido a su condición (son jefas de hogar o deben atender múltiples responsabilidades relacionadas con el cuidado de otras personas), que se pueden ver reflejadas en una sobrecarga de tareas domésticas, pocas oportunidades laborales y cuando estas se dan, tienen condiciones inferiores a las de los hombres, menores oportunidades de estudio, en fin, condiciones muy diferentes debido a su género.

Este es el tiempo en el que debemos romper estereotipos y darle un mayor espacio al desarrollo de las emociones y de las habilidades subjetivas que llevan a todo ser humano a sentir empatía hacia sí mismo, las demás personas y el ambiente.

A la vez, todas las personas debemos conectarnos con la Naturaleza, entendiendo que los seres humanos no podemos sobre explotar sus recursos para obtener beneficios económicos sin pensar en el futuro. Somos parte de una compleja red de interconexiones con todas las formas de vida que existen en la Tierra y que debemos esforzarnos por cuidarlas y sostenerlas, de manera que preservemos la casa común en la que vivimos.

Para alcanzar la conexión con la Naturaleza y pensar en el legado que le dejaremos a las futuras generaciones, debemos pensar en el desarrollo de los valores personales y sociales, tales como: la responsabilidad, el respeto, la aceptación, la solidaridad, la empatía y la honestidad. Esta es una tarea conjunta que debemos desarrollar en las familias, las instituciones educativas, las organizaciones y cualquier otro espacio en el que compartamos los seres humanos.

¿Y cómo lo lograremos? La Ecología Profunda (Naess, 2009) nos propone tomar conciencia del desarrollo de los valores necesarios para alcanzar un cambio personal y global, de cara a la preservación de nuestro planeta. Algunas ideas son:

  1. La preservación de todas formas de vida y sus ecosistemas es imperativa.
  2. Para mejorar la vida en nuestro planeta se requiere de cambios estructurales en la sociedad, en la economía, en la tecnología y en la equidad de género y todos debemos ser parte activa de estos cambios.
  3. Es necesario mejorar la calidad de vida de las personas y de otras formas de vida en el planeta, enriqueciendo las relaciones interpersonales a través de la empatía, solidaridad, respeto y aceptación.
  4. Todos tenemos la responsabilidad de contribuir de forma directa o indirecta a realizar los cambios necesarios para la preservación de nuestro planeta.

Reflexionemos sobre los puntos anteriores y apliquémoslos en nuestras vidas, para dejar nuestro mejor legado a las futuras generaciones y conservar nuestro planeta.

(*) Eugenia Rodríguez Ugalde es una profesional con formación académica en el campo de la psicología, psicopedagogía, administración educativa y pedagogía. Cuenta con más de 25 años de experiencia docente universitaria e investigación. Actualmente se desempeña como Vicerrectora de Bienestar Estudiantil y Extensión Universitaria en la Universidad Castro Carazo y es consultora nacional e internacional en temas educativos y de bienestar.