Aquel coloso, a quien se veía como amo y señor del mercado naviero de 1912, se convirtió en chatarra oxidada que duerme a 3.800 metros bajo la superficie del Atlántico

Hoy, 14 de abril del 2021, se cumplen 109 años del hundimiento del trasatlántico británico RMS Titanic durante su viaje inaugural, un acontecimiento que no deja de llamar la atención sobre el peligro de las actitudes altaneras y soberbias en cualquier campo de la vida, pero sobre todo en las agitadas aguas del mar empresarial.

Dormirse en los laureles, debido a los éxitos obtenidos, puede conducir a la ruina. Sumamente arriesgado empalagarse con las mieles del triunfo.

Esa fue una de las más duras lecciones que recibió la compañía White Star Line, propietaria de aquel gigante náutico de 269,06 metros de eslora (longitud), 28,19 metros de manga (ancho) y un peso de 45.000 toneladas. ¡El más grande y lujoso del mundo en su época!

Aquel grupo de hombres de negocios, encabezado por el magnate Joseph Bruce Ismay (quien fue duramente criticado por salvarse del siniestro gracias a que privó a una mujer o un niño de un espacio en uno de los botes salvavidas) estaba convencido de que su navío era invencible, amo y señor del mercado naviero.

Y sí lo era, pero de poco o nada sirve contar con un producto estrella si el valor de la humildad y el sentido de la autocrítica no están bien anclados en la organización.

Diversos expertos navales que han investigado lo ocurrido a las 23:40 de 109 años atrás frente a la isla de Terranova (costa noreste de Norteamérica) coinciden en señalar que esa tragedia es una historia de orgullo, arrogancia y vanidad. Algunos de esos especialistas forman parte del documental que la serie Grandes misterios de la historia, conducido por el actor estadounidense Laurence Fishburne, le dedicó a ese drama en el que murieron 1.513 personas.

La soberbia tuvo mucho que ver con al menos tres de los eslabones de una cadena de errores que se cometieron en la famosa travesía que partió del puerto de Southampton, Inglaterra, y debía finalizar en Nueva York, Estados Unidos.

Primero: la indiferencia con que la tripulación reaccionó a los informes enviados desde otras embarcaciones (SS Californian, RMS Baltic, Caronia, y SS Nordam, entre otros) alertando sobre la presencia de témpanos peligrosos en las aguas del océano Atlántico. Algunos de estos reportes fueron respondidos con un shut up (“cállese”).

Segundo: la negativa a reducir la velocidad a pesar de las múltiples advertencias sobre icebergs en la zona. Esto impidió el éxito de la desesperada maniobra final para evadir la enorme masa de hielo que colisionó con el estribor (lado derecho mirando de popa a proa) del Titanic y que provocó su hundimiento a las 02:20 del 15 de abril.

Tercero: el hecho de que se pasó por alto el simulacro que debía realizarse con los botes salvavidas pues el sistema de descenso de estos era novedoso.

Claro, quién iba a ser tan aguafiestas y fantasioso de imaginar que un coloso como aquel podía sucumbir. Enorme, monumental, portentoso, amo y señor del mercado naviero.

Y sin embargo, tiene más de un siglo de dormir a 3.800 metros bajo la superficie del Atlántico. Chatarra oxidada.

Una suerte similar han corrido otros goliats y hércules corporativos que llegaron a ser considerados imbatibles, indispensables y cuasi eternos; si bien lograron sortear múltiples dificultades, hoy día no son más que barcos fantasmas que flotan en la memoria…

Pan Am, icónica aerolínea que operó desde 1927 hasta 1991.
Enron, “empresa más innovadora del país” (Estados Unidos) durante cinco años (1996-2000) consecutivos según la revista Fortune, pero declarada en bancarrota en el 2001 y considerada desde entonces como un sinónimo de fraude debido a su maquillaje contable…
Concorde, avión supersónico británico-francés que realizó su primer vuelo comercial en 1976 y llegó a ser considerada la aeronave más segura del planeta, hasta que uno de los aviones de Air France se estrelló en el 2000 en Gonesse, Francia, y perecieron 113 personas. Fue retirado de manera definitiva en el 2003.
Olivetti, firma italiana fundada en 1908 y que llenó al mundo con máquinas de escribir y aunque en los años ochenta trató de guindarse del tren de la tecnología, nunca logró adaptarse al ordenador.
Lehman Brothers, multinacional especializada en banca de inversión y gestión de activos financieros. Fundada en 1850, sobrevivió a la guerra civil estadounidense (1861-1865), la gran crisis bancaria de 1907 y el crash bursátil que dio inicio a la Gran Depresión (1929-1939); no obstante, se hundió tras chocar contra el témpano de la crisis de las hipotecas basura que la hizo quebrar en el 2008.

Imposible soslayar el caso de Kodak, que si bien ha logrado mantenerse a flote a duras penas, perdió el liderazgo mundial que ostentó durante muchos años en el mercado de la fotografía al no lograr entender el enorme potencial que tenía la fotografía digital.

El episodio del cíclope Polifemo, en la Odisea de Homero, y de Goliat, en el primer Libro de Samuel en el Antiguo Testamento, evidencian la fragilidad y vulnerabilidad de los gigantes que se duermen o pecan de exceso de confianza.

Hoy, 14 de abril del 2021, se cumplen 109 años de una tragedia que nos recuerda que la grandeza aderezada con arrogancia puede derretirse como un iceberg o hundirse como el Titanic.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente