Comparto algunas reflexiones personales que en los últimos días han rodado en mi cabeza como bola de futbol…

En la vida no hay terreno de juego más resbaloso, traicionero y peligroso que el de la gramilla de EGO artificial. Nada se compara a la autenticidad del zacate natural.

Creerse ídolo o endiosarse puede ser un buen negocio en el corto plazo, pero a la larga es una mala inversión pues pocas actividades disfruta tanto el ser humano como bajar a los mesías de los altares a pedradas.

Hay que luchar por ser titular, pero tener mucho cuidado con los titulares (de las noticias), pues pueden poner a la humildad en fuera de juego.

Siempre, siempre, siempre… hay que contar con al menos una voz crítica y desinteresada que nos ayude a poner los pies sobre la tierra. Los aduladores y serviles no son idóneos para realizar esa tarea.

Seleccionar los pleitos en los que vale la pena involucrarse es todo un arte. El síndrome del “guaro vaquero” (matón que envalentonado por unas cuantas copas se agarra hasta por un vuelto de cinco colones) es propio de las cantinas, ¡nada más!

Pésima actitud la de negarse a entender que las disputas acaban con el pitazo final. ¿Para qué forzar a tiempos extra y penales si la derrota puede ser aún más aplastante y bochornosa?

Fácil, muy fácil, perder contacto con la realidad, sobre todo si se ha vivido fuera del país durante varios años. Difícil, sumamente difícil, el reencuentro con la idiosincracia tica (un aterrizaje no tan placentero como el despegue).

En relación con lo anterior, jamás hay que confundir seguidor con incondicional. No son sinónimos. El primero admira pero es crítico, en tanto que el segundo huele a rebaño (un olor que no a todo el mundo le gusta).

NUNCA hay que subestimar a los rivales. Desde David y Goliat son muchos los gigantes que han sido humillados. Además, de la experiencia de don Quijote con los molinos del campo de Montiel aprendemos que hay gigantes que no son más que viento.

Victimizarse es una estrategia muy pobre, sobre todo cuando es aplicada por quienes tienen aires de inquilinos del Olimpo.

El VAR en Tiquicia: Vacilar Al Resentido. No hay que tomárselo todo tan en serio; mucho menos cuando se pone en riesgo la reputación, el prestigio.

No hay que perder de vista que aunque a muchos no les gusta revolver el arroz y los frijoles, el pinto sigue siendo el pinto para muchos otros.

Se vale discrepar…

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente