Escucha empática
Cuando oímos, captamos sonidos y percibimos ondas sonoras; cuando escuchamos con empatía sumamos atención, concentración, amabilidad, asertividad y comprensión
Arianna Ortiz Solano
La mayoría de personas tenemos el privilegio de oír todos los días el canto de los pájaros, la lluvia o la bocina de los automóviles en la carretera. También escuchamos la historia del compañero de trabajo sobre la celebración del cumpleaños de su hija o bien, a nuestra mamá contarnos sobre la salud de su hermana. Todos los ejemplos, quizás, ilustran acciones de nuestro quehacer diario.
Valdría la pena preguntarse cuánto tiempo invertimos durante la semana en practicar la escucha empática con compañeros y compañeras de trabajo, familiares, amistades o pareja, bajo el entendido de que hay una diferencia sustancial entre oír y escuchar.
Cuando oímos estamos captando sonidos y percibimos ondas sonoras. Mientras que cuando escuchamos y lo hacemos con empatía, le sumamos a ese ejercicio elementos tales como la atención, concentración, amabilidad, asertividad y comprensión.
Con el ritmo de vida tan acelerado que vivimos actualmente, escuchar a una persona desde la empatía se convierte en un regalo muy preciado. De esos regalos que tienen un sentido importante no por su valor económico, sino por su significado emocional. Le estamos obsequiando a la persona una experiencia que involucra interés y paciencia.
Cuando escuchamos con empatía, estamos abrazando la confianza que otras personas depositan en nosotros y nosotras. Es una gran responsabilidad que debemos asumir con respeto y compasión.
Aun cuando no hayamos vivido una experiencia similar a la que nos están contando, gracias a la empatía, podemos escuchar a la otra persona sin juzgar, ponernos en su lugar y contribuir con su bienestar emocional.
Con mucha frecuencia, cuando alguien se acerca a contarnos algo, sentimos ansiedad de pensar qué decir, cómo decirlo y en qué momento hablar. Recordemos que no necesariamente las personas esperan que se les ofrezcan soluciones específicas a sus problemas, por el contrario, la escucha empática resulta ser suficiente para demostrar nuestro apoyo.

¿Cómo se puede poner en práctica la escucha empática en espacios personales, laborales o familiares? A continuación, comparto algunas recomendaciones:
1. Manténgase consciente de su lenguaje corporal. La posición en la que tenemos los brazos o las piernas pueden marcar la diferencia en términos de la apertura que perciba la otra persona de nuestro interés por escucharle. Revisar nuestra expresión facial también es importante para hacer sentir a la otra persona en un espacio cálido y seguro.
2. Muestre interés en lo que la otra persona está diciendo. Esto se logra a través del contacto visual o de preguntas abiertas que permitan entender mejor la situación. Incluso puede pedir ejemplos que clarifiquen lo que se está contando. Evite interrumpir constantemente o distraerse con el entorno a su alrededor.
3. Céntrese en lo que la persona está diciendo. Es momento de que esa persona se sienta comprendida, valorada y apreciada. Evite compartir experiencias personales o emociones similares que usted ha vivido.
La escucha empática mejora la comunicación y nos invita a considerar las necesidades de otras personas, sin centrarnos únicamente en las nuestras.
A través de este tipo de escucha, se fomenta la colaboración y reciprocidad en las relaciones sociales que mantenemos diariamente. Además, nos permite conocer distintos puntos de vista, los cuales amplían nuestras ideas.
Desarrollar la escucha empática es un ejercicio que requiere práctica, ya que al igual que otras habilidades, podemos no nacer con ella, pero sí desarrollarla. Se trata de una práctica de conexiónindispensable para quienes aspiramos a construir una sociedad cada vez más solidaria.
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Arianna Ortiz Solano tiene una Licenciatura en Psicología por la Universidad de Costa Rica y una Maestría en Psicopedagogía de la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología, y se desempeña como Directora de Permanencia Estudiantil en la Universidad Castro Carazo.