(Segunda de una serie de 7 reflexiones sobre el valor de la divergencia)

La palabra NO se puso de moda en Belén.

“NO tenemos dónde hospedarlos”, le dijeron a José y María.

“NO nos queda espacio”, la respuesta del mesonero.

“NO hay campo”, contestó la señora de la pensión.

“NO tengo sitio”, dijo la viuda que vivía sola.

“NO puedo recibirlos. Apenas cabemos mi esposa, cinco hijos y yo”, manifestó el pastor de ovejas.

“NO. Mejor busquen otro sitio”, expresó el vendedor de aceite.

“NO hay más literas libres”, anunció tajante la panadera del pueblo.

“NO”. “NO”. “NO”…

“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”, nos cuenta Lucas en el capítulo dos de su evangelio.

¡Un momento! Entonces hubo un SÍ. Lo pronunció un matrimonio betlemita divergente que se salió del molde del NO.

Puedo imaginar las palabras del hombre al ver a María embarazada: “Lo único que puedo ofrecerles es el establo que hay al fondo de la propiedad, pero está sucio y no huele bien pues ahí duermen los animales. Si les sirve, se los presto”.

“Ahorita les llevo algunos trapos que pueden servirles como abrigo”, habrá dicho la señora.

Y claro, una vez instalados en el establo, José, “el pobre jornalero (que) se mecatella todito el día (y) lo tiene con reumatismo el tequio de la carpintería” (canta Carlos Mejía Godoy), improvisó un pesebre con unas cuantas tablas y leños.

Aquel sitio estaría lejos de ser algo parecido a la modesta pero abrigada habitación que José y María habrían querido para el nacimiento del pequeño, pero al menos representaba el espíritu generoso y solidario de quienes se enfocaron en lo que podían hacer por otros en lugar de quitarse el problema de encima con un NO.

Desconocemos los nombres de esos personajes, pues el evangelio no nos dice nada sobre ellos… perdón, por el contrario, dice mucho: seres humanos con un corazón sensible a las necesidades “ajenas”.

Me gusta pensar en ese supuesto matrimonio betlemita, dejar volar la imaginación y aderezar el relato bíblico con una dosis de ficción.

Posiblemente los expertos en criticarlo todo se enfocarían, hoy día, en señalar a los dueños del mesón y a todos los que les cerraron las puertas a José y María con un NO, pero prefiero enfocarme en quienes hicieron algo práctico, respondieron con pragmatismo, compartieron lo que tenían.

Esa es la gente que saca adelante a un país; no los adictos al NO, vocablo que repiten en automático, ni los especialistas en buscar chivos expiatorios en vez de comprometerse y responsabilizarse.

Gente-diverGente que nunca sabremos cómo se llamaba, pues la auténtica solidaridad y la generosidad no son narcisistas, vanidosas ni egocéntricas, operan en silencio.

(Mañana: los pastores)

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente