Dice el Papa Francisco que las relaciones digitales no construyen un “nosotros” sino el mismo individualismo que se expresa en xenofobia y desprecio de los débiles

Por Alejandro Vargas Johansson (*)

Luego de leer al Papa Francisco sobre las redes sociales y la comunicación virtual, uno se sorprende de la coincidencia de enfoque con respecto a las clases de Comunicación que impartimos en la U. ¡Que Roma piense como San Pedro de Montes de Oca ya de por sí es llamativo!

Quienes nos hemos autoexiliado de FaceBook y Twitter y nunca exploramos Instagram, ese capítulo primero de la Encíclica “Amigos todos” sobre la Fraternidad y la Amistad Social, es música a nuestros oídos. Pero quienes mantienen un activismo en las redes sociales, igual cuentan ahora con un razonamiento más para la “nueva educación mediática” que ni unos ni otros  recibimos en la escuela ni en el cole. Francisco quiere colarse en este segundo grupo.

Eso sí, no se trata de pensar que un tímido cristiano (musulmán o budista) reacio a las redes sociales, alcanzará el cielo más fácilmente que el activista que pasa conectado las 24 horas. Vale esta folclórica aclaración para adelantarse a la camada de académicos que sacan de entrada la chota del simplismo cuando les llega el mínimo olorcito religioso. Pero la evidencia que aporta Francisco es materia obligada para el estudio de la Comunicación.

Además, para hablar de estos temas tan arraigados en el paraíso de la globalidad, hay que reconocer ese abismo de edades. Resulta más fácil para alguien como yo,  de la bendita generación X, hacer un examen de conciencia sobre la comunicación virtual, que para un centenial, cuya vida entera, desde el amamantamiento, ha estado conectada y si no, documentada en las redes. 

Por eso el púlpito para predicar este tema, urge de estrategias y metodologías diferenciadas. Ya está más que probado que cuando te dicen: “deje de pecar”, más rápido se cae. Y Francisco, de 80 y tantos años, tiene claro que los mensajes se envían según la audiencia y sin el dedo acusador.

Confesionario virtual

Cuando las fake news nos tienen de rodillas, es momento de autoexaminarnos (no con la intención del ir al confesionario virtual y darnos con el cilicio) pero sí comprender los serios efectos de hacer  a un lado la comunicación interpersonal para recibir solo el sacramento de la comunicación virtual.

Dice el Papa: “Hacen falta gestos físicos, expresiones del rostro, silencios, lenguaje corporal, y hasta el perfume, el temblor de las manos, el rubor, la transpiración, porque todo eso habla”, y más adelante remacha que las relaciones digitales no construyen un “nosotros” sino el mismo individualismo que se expresa en xenofobia y desprecio de los débiles.

Ahora un “guasap” nos sirve igual para el abracito de cumpleaños o bien, para que los otros se den cuenta de que yo me acordé de ese cumpleaños, como para el sentido pésame por algún sensible fallecimiento.

No se trata de satanizar las buenas voluntades al expresar algún sentimiento por las redes, sino de alertar sobre el riesgo de  comportarse a partir de ahora, con esa falsa ilusión de que eso se llama: convivencia humana.

Pero ese protocolo social  de los cumpleaños y los pésames por “guasap”, todavía puede resultar aceptable cuando uno se da cuenta de que hay parejas que terminan por ahí una relación de años o cuando uno se encuentra con un estudiante que ya asume como parte de su léxico: “el profe me dejó en visto” reclamando una respuesta inmediata sea sábado o domingo o cuando el reloj marca las once de la noche o las tres de la madrugada.

Las líneas de Francisco sintetizan ese ABC de la reflexión sobre la comunicación virtual que quizás ya lo sepamos o quizás ya lo hemos leído en otro lado, pero cae como aguacero de mayo:

  • Todo se convierte en una especie de espectáculo que puede ser espiado, vigilado, y la vida se expone a un control constante
  • Los movimientos digitales de odio y destrucción no constituyen —como algunos pretenden hacer creer— una forma adecuada de cuidado grupal, sino meras asociaciones contra un enemigo
  • El funcionamiento de muchas plataformas a menudo acaba por favorecer el encuentro entre personas que piensan del mismo modo, obstaculizando la confrontación entre las diferencias

Y el breviario papal no puede excluir la autocrítica: “los fanatismos (…) protagonizados también por personas religiosas, sin excluir a los cristianos, pueden formar parte de redes de violencia verbal”. Amén.

(*) Alejandro Vargas Johansson ha sido reportero en Telenoticias de Canal 7, La Nación y El Financiero; y director en las Radioemisoras de la Universidad de Costa Rica (UCR). Estudió en la UCR donde da clases desde el 2005. Tiene una maestría en Diplomacia de la misma universidad y un diplomado de posgrado en Relaciones Internacionales y Desarrollo del Instituto de Investigaciones Sociales de La Haya, Reino de los Países Bajos. Ha investigado las coberturas noticiosas sobre infancia, migración, situaciones de emergencia y desastres naturales. Durante los procesos electorales del 2006 y 2010 acompañó en la gestión de prensa al entonces candidato Ottón Solís.