La aparición del “cómo”
Por Ana Cristina Camacho Sandoval (*)
ESTRUCTURA SOSTENIBLE
El “cómo” ha tomado una preponderancia extraordinaria en la última década. En tanto, el “qué” y el “cuánto” han quedado circunscritos a la operatividad del negocio y amparados a una perspectiva estratégica desde la cual importa solamente la sobrevivencia de la empresa en el largo plazo.
La aparición del “cómo”, en la jerga empresarial, vino a cerrar un círculo que, por muchísimas décadas, desde la revolución industrial y más aún, con el frenesí del mundo globalizado, había resultado insignificante en el quehacer productivo de las empresas, preocupadas más por incrementar utilidades, ampliar mercados, reducir costos o vender productos y servicios en un espacio cada vez más competitivo, que por atender de manera integral las demandas del mercado.
Ese enfoque holístico, propio de la gestión sostenible, apuntala hacia la manera en que una empresa genera sus bienes y servicios, cuánto impacto se deriva de sus procesos, el cómo aborda, reduce y compensa esos impactos; con quiénes hace negocios, con qué periodicidad y real interés escucha a sus partes interesadas -pero no solo a sus accionistas o colaboradores, sino también a consumidores, a las comunidades circunvecinas, al gobierno, a los reguladores, a sus competidores y hasta sus seguidores en redes sociales-.
Esa esfera de influencia no solo creció, sino que ahora tiene una voz más portentosa, mecanismos para viralizar sus disgustos y capacidad para empujar a una masa de gente hacia el escrutinio y la exposición pública.
Razón tiene el consultor y gestor de diseño y estrategia, Alberto Barreiro, cuando afirma que “lo peor que le ha podido pasar a las empresas es que el consumidor ha tenido tiempo para pensar qué es importante”.
Los deslices éticos, las omisiones de normativa laboral o ambiental, o la indiferencia ante las consultas de sus clientes, hoy resultan imperdonables. Muchas empresas, han escapado con relativo éxito de la responsabilidad de explicar a los demás cómo generan sus bienes y servicios y cómo funciona su dinámica productiva. Lo han sorteado, hasta ahora, pero el hilo se romperá por lo más delgado y esa caída será dolorosa y difícil de recuperar.
“Esto es, sin duda, un hecho ineludible: la reconfiguración de la nueva normalidad y los esfuerzos por levantar las economías elevan la interrogante de si el rumbo que llevaba la gestión por la sostenibilidad mostrará retrocesos”.
La crisis provocada por el coronavirus está profundizando aún más las demandas del mercado por información clara, precisa y constante. ¿Qué tan eficiente está siendo el aparato productivo en el uso de recursos y materias primas? ¿De qué manera está controlando sus gastos?, ¿cómo están sus consumos?, ¿cuáles acciones implementa para facilitar el teletrabajo y aún más para asegurar la salud mental y física de sus colaboradores? ¿Cómo están encauzando las áreas de capital humano el asunto de la corresponsabilidad familiar o qué tan esforzada es por ser más inclusiva, solidaria y sostenible?
Según un reciente estudio, elaborado por el Club IFREI del IAE Business School, aquellas empresas que de manera sistemática fomentan la conciliación entre vida personal y vida laboral, muestran que la productividad aumenta un 20%.
La presión constante de cómo produce, cómo cumple la ley, cómo atiende los impactos o cómo contribuye al desarrollo sostenible, impone un reto visceral en medio de tanta tribulación sanitaria y económica. en donde muchas empresas, de todos los sectores y tamaños, están enfocadas en cómo pagar salarios y seguir vendiendo. Esto es, sin duda, un hecho ineludible: la reconfiguración de la nueva normalidad y los esfuerzos por levantar las economías elevan la interrogante de si el rumbo que llevaba la gestión por la sostenibilidad mostrará retrocesos.
La historia nos dice que sería un error enorme, porque responder a esos “cómo” desde un enfoque integral y de largo plazo es, justamente, lo que ha permitido a cientos de empresas en el mundo superar embates económicos o entornos de incertidumbre. Sus blindajes han sido esa visión de largo plazo, su preocupación por satisfacer expectativas de grupos de interés y el haber consolidado un esquema empresarial eficiente, competitivo y diferenciado.
Las grietas que se abrirán con más fuerza en términos de derechos humanos, movilidad social, pobreza, desigualdad, educación y salud difícilmente se cerrarán sin que Estado, empresas, organizaciones civiles y comunidades se unan por el cumplimiento de metas e indicadores a favor del desarrollo sostenible.
(*) Ana Cristina Camacho Sandoval es periodista y se ha especializado en temas de sostenibilidad.