José Luis Perales maneja una mesura fascinante en sus canciones de desamor: ninguna habla de ingratitudes ni desprecios, ninguna está cargada de juicios ni acusaciones

Por María Antonieta Chaverri Suárez

Fue en un espacio relajado, me sentía una con la naturaleza, con el abrazo-refugio del árbol bajo una frazada, un rato en que resurgieron tarareos y cantos, esos que rara vez emergen y cuando lo hacen sin duda es porque me siento en paz y plena.

Mi voz, que siempre quise educar -y no lo he hecho aún- y que en últimos años ha entonado principalmente canciones de cuna, se hizo una con mi memoria y entoné algunas de las canciones que cantaba con papá cuando íbamos a pasear: música costarricense, boleros y muchas otras melodías que erizan mi piel, no sé si por sí mismas o por esos momentos que en la vida adulta atesoro al darme cuenta que eran conexión real con la sensibilidad y el alma de papi.

Recordé también música que escuchaban mis padres y música de mi adolescencia y juventud.

Entre los muchos artistas que surgieron en la conexión con el árbol, hilvanada con estrofas y melodías, surgió José Luis Perales. Ese cantautor español nacido en Cuenca, España, en 1945 y que me devuelve a los tiempos de colegio y entre muchas otras anécdotas, a la historia de amor de una de mis grandes amigas de la época, a quien le guardo un gran cariño.

La cuestión es que Perales quedó rondando mi cabeza y decidí buscarlo en Spotify para refrescar mi memoria y seguir abrazando mi pecho con las vibraciones de mi voz, del árbol, la montaña, la rana y los grillos. Sabía que recordaba muchas melodías, más no todas la letras. Al escucharlas estos días, redescubrí canciones escritas con el alma, me atrevo a decir que la mayoría románticas, pero sin duda todas cargadas se sentimiento. Una línea delgada pero claramente definida las separa de la cursilería del romanticismo y la dulzura.

Una de las cosas que me parece muy interesante es que en las canciones que podríamos decir son de separación o desamor y podrían dar pie a derroches de despecho, Perales maneja una mesura fascinante. Ninguna habla de ingratitudes ni desprecios, ninguna está cargada de juicios ni acusaciones. Aborda el tema desde el sentimiento del personaje, podría decirse que verdaderamente empatiza con quien puede darse por aludido, con quien sufre pero ama y expresa su sentir con enorme sensibilidad y una profunda nobleza.

Amor sin límite es una canción que sin duda nos remite a la primera carta de San Pablo a los Corintios 13:4-13.

El cantautor no se atreve a poner en bocas ni corazones de nadie interpretaciones de las emociones de la contraparte, sólo habla de quien siente y de lo que verdaderamente siente desde un reconocimiento de la situación, cualquier que sea, que causa dolor y la trata con ternura desde los sentimientos más profundos.

Perales aborda el amor no sólo con un sentido verdaderamente romántico y sin necesidad de exhibiciones de erotismo (no que tengan nada de malo, simplemente que se usan demasiado y, con mucha frecuencia, de manera ordinaria); pero con una dosis de realismo y un gran balance a pesar de su gran sentimentalismo. Esto lo pensé hoy al escuchar Amor sin límite, canción que sin duda nos remite a la primera carta de San Pablo a los Corintios 13:4-13.

Una canción que puede ser interpretada como un extremo que lleve al sufrimiento, denigre o anule a alguna de las partes porque el amor “cree todo sin límites”, “es la entrega sin límites”, “aguanta todo sin límites”, “es la espera sin límites” y “no pide nada”, o porque “si me falta el amor, ya ves, yo soy nada”.

Pero se nos olvida escuchar la otra parte: el amor es “la disculpa sin límites”, “no es egoísta, ni se irrita”, “es generoso sin límites”, “no tiene envidia ni sabe contar”, “no pide nada”, pero además “es la justica sin límites, es siempre tierno y dice la verdad”.

Y es que si no hay egoísmo y además hay entrega, existe la capacidad de pedir perdón y perdonar y se opera desde la generosidad, la justicia, la ternura y la verdad; entonces lo que hay que aguantar es menor, se puede esperar, no hay que pedir y se puede creer.

Un balance hermoso que pienso debemos interpretar en el orden que invita a la justa armonía. La canción, al igual que la cita bíblica no hablan del amor de pareja, hablan del amor en general, diría yo, en todas sus posibles manifestaciones. La cita bíblica hace referencia la pureza del de los niños y a cómo como adultos vemos confusamente, si leemos “Amor sin límite”, la canción, y pensamos en el comportamiento de un niño pequeño, la comprendernos perfectamente

Y sí, yo creo lo mismo que dice la canción: “si me falta el amor, ya ves, yo soy nada”.

María Antonieta Chaverri Suárez es Coach de liderazgo trascendente, formadora de mentores y asesora para empresas y organizaciones de diferentes sectores en temas como alineamiento estratégico, liderazgo, transformación cultural y diversidad e inclusión.