La conciencia social del exdirigente comunista y autor de la novela Mamita Yunai comenzaba por casa…

Hace unos 15 años tuve la oportunidad de conversar con un sobrino del escritor costarricense y dirigente comunista Carlos Luis Fallas, Calufa, (1909-1966).

El encuentro con aquel hombre, cuyo nombre mi memoria no me permite recordar, tuvo lugar en su casa de habitación ubicada en el barrio El Carmen de Alajuela.

Se trató en realidad de una entrevista periodística para un artículo sobre memorias de Calufa que estaba preparando para la revista Soho (publicación que circuló en nuestro país entre el 2006 y el 2013).

Me acompañó en aquella ocasión mi colega Rodolfo González Ulloa, a quien el tema lo apasionaba. Luego de aquel diálogo a tres bandas, recorrimos algunas calles de El Carmen y tomamos unas cuantas fotografías.

El sobrino del autor de Mamita Yunai, Gentes y gentecillas, y Marcos Ramírez, entre otras obras literarias, nos contó que siendo niño tuvo la dicha de ir de pesca con su tío adulto en varias ocasiones; caminaban juntos a través de fincas y potreros carmelitas hasta llegar a un río donde pescaban barbudos.

Por medio del siguiente enlace puede leer la nota Solidaridad: tres casos reales: https://gente-divergente.com/solidaridad-tres-casos-reales/

¿Conocen los barbudos? Son unos peces pequeños que se caracterizan por tener dos especies de antenas a uno y otro lado de la boca. Algo así como bagres en miniatura.

Aquel hombre, a quien mi memoria recuerda como cercano a los setenta años, nos dijo que ir de pesca era una de las maneras en las que Calufa contribuía para que su familia tuviera siempre algún bocado en la mesa. A la hora de dividir las presas, el tío le entregaba todo al sobrino.

Sí, han transcurrido unos 15 años desde que escuché esa historia y regreso a ella una y otra vez no solo para saborear el hermoso y valioso sentido de solidaridad, sino también para admirar el hecho de que la conciencia social de Carlos Luis Fallas empezaba por casa.

El dirigente comunista no solo donaba los barbudos que pescaba, sino que con regularidad aparecía en la casa de su sobrino con víveres o alguna suma de dinero para la “comedera”.

Cada vez que releo alguno de los libros de Calufa (compañero de luchas de mi abuelo paterno, Román Guevara López), las palabras se agitan como barbudos de tinta en los ríos de papel.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente