¿Quién no se ha topado, en la era de las transacciones digitales, con un CAPTCHA? Ese término responde a las siglas en inglés de Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart.

Ahora en español: Prueba de Turing completamente automática y pública para diferenciar ordenadores de humanos.

Se trata, en resumen, de un sistema utilizado para verificar que el usuario es un ser humano y no un programa automático (bot).

Permítame hacer un paréntesis para explicar que la prueba de Turing es un examen que mide la capacidad de una máquina para mostrar un comportamiento inteligente al de una persona o indistinguible de este.

En cuanto a los CAPTCHA, los hay para muy diversos gustos: reproducciones de textos, cálculos matemáticos, juegos de palabras, preguntas lógicas o de cultura general e identificación de imágenes.

Recientemente, topé con un CAPTCHA que me preguntaba cuántos semáforos había en una fotografía; lo confieso, contesté erróneamente. Volví a intentarlo y tuve que contar bicicletas en otra foto; esta vez sí acerté y demostré que soy un ser humano y no un robot.

Echo mano a este tema pues con frecuencia tengo la impresión de que hay quienes (desde muy diversos sectores) preferirían vivir en un mundo habitado por autómatas en lugar de personas; un planeta en donde todos estemos programados para tener exactamente los mismos gustos, ideas, estilos de vida, sueños, aspiraciones, creencias, certezas, dogmas…

Lo siento por ellos, pero afortunadamente no somos robots; tenemos derecho a la diversidad, pluralidad, multiplicidad, variedad. Somos Gente-diverGente.

José David Guevara Muñoz
Periodista independiente
Editor de Gente-diverGente