En esa temprana etapa de la vida dicha sensación de inquietud ante posibles amenazas es más común de lo que creemos

Por Karen Acuña Picado (*)

Entre los adultos es común escucharnos decir frases como: “¡Qué estrés!” “¡Esta situación me hace sentir mal!” “¡La actitud de tal persona me molesta!” Y muchas veces las decimos sin que alguien nos haya preguntado cómo nos sentimos, tan solo para desahogar lo que pensamos, en especial en un momento de emergencia mundial.

Ahora, pensemos en los niños y niñas, ¿Cuántas veces los oímos decir estas frases? La respuesta probable es: nunca. Ahora, puede ser que sí oigamos las siguientes expresiones: “¡Tengo miedo!”, o “¡Estoy triste!” Sin embargo, la frase “¡Me siento ansioso o ansiosa!”, no forma parte de las frases comunes que usan para expresar sus sentimientos.

La psicóloga clínica española Kontxi Báez Gallo, expresó en el 2002, que la ansiedad es una sensación normal que experimentamos las personas en momentos de peligro o preocupación. Esta nos sirve para poder reaccionar mejor en momentos difíciles; motiva a estudiar para exámenes, o bien, para evitar una situación que nos ponga en peligro.

En la infancia, la ansiedad es más común de lo que creemos. Usualmente se manifiesta cuando se presenta alguna situación que el niño o la niña considera amenazante por alguna razón. Por ejemplo, cuando ingresan al sistema escolar por primera vez. Esto varía según las experiencias y habilidades que haya desarrollado para manejar sus emociones.

Como familia o cuidadores, es importante aprender a identificar aquellas conductas que se relacionan con sentimientos de ansiedad, brindando mayor atención a aquellas que perduran en el tiempo.

Algunas de las conductas a las que debemos prestar atención, según la psicóloga mexicana Flor de María Flores Álvarez (2021), puede ser ansiedad cuando notamos en los infantes inquietud sin razón aparente, cuando vemos que mueven sus piernas o manos sin control en momentos de descanso, cuando rechinan sus dientes o padecen de gastritis. O bien, otra señal es cuando los vemos morderse las uñas u otros objetos que tienen a su alcance.

Además, otras de las señales que menciona la psicóloga, es notar si están preocupados, agitados o tensos por la realización de actividades sencillas o de rutina. De igual modo, las pesadillas y llantos sin razón aparente, pueden ser parte de algunas conductas inusuales.

También, debemos prestar atención a las preguntas que nos plantean. Estas pueden ser parte de la necesidad de sentirse aceptados o seguros. Por ejemplo, “¿A qué hora vienes por mí?” “¿Vas a venir a recogerme a la salida?”, “¿Qué haremos después de ir al súper?” Como podemos notar, son preguntas que buscan respuestas para reafirmar algo que ya se sabe por ser actividades de rutina, no para aprender algo de su interés.

Recordemos que la ansiedad en los infantes es normal. Siempre y cuando el niño o la niña puedan aceptar sus emociones, sentirlas sin presionarse a sí mismos, y resolver su estado de ánimo sin necesidad de sentirse mal por mucho tiempo de forma tal que esto perjudique sus actividades diarias.

En caso contrario, es necesario acompañarles para que logren sentir sus emociones sanamente y sin sentirse incómodos. Esto se puede lograr si nos mantenemos tranquilos, respiramos despacio junto con ellos y les dejamos expresar sus sensaciones y pensamientos, para luego hacerles saber que los entendemos y comprendemos porque también nosotros nos hemos sentido igual, incluso por la misma situación, aunque seamos adultos. Es importante decirles que estamos para escucharlos y apoyarles, que está bien sentirse así, que es normal. Podemos abrazarlos o decirles que son importantes cuando sientan ansiedad y tengan dificultad para manejarla.

La ganancia de generar estos espacios con nuestros infantes, tiene un impacto positivo a largo plazo. Sin embargo, es vital buscar información o apoyo de especialistas para intervenir de forma responsable en la crianza de nuestros futuros adultos.

Karen Acuña Picado es una profesional que cuenta con formación y experiencia en las áreas de preescolar, enseñanza del inglés, administración educativa y currículo. Actualmente, se desempeña como Gestora Pedagógica desde el Laboratorio de Aprendizaje de la Universidad Castro Carazo.