Una persona con amor propio se respeta y respeta a quienes le rodean, reconoce sus cualidades y las áreas que debe mejorar, establece relaciones sanas

Por Eugenia Rodríguez Ugalde

El amor es un acto humano común, del que las personas hablamos a menudo, porque en algún momento de nuestras vidas lo hemos sentido y porque tiene una gran relevancia en el desarrollo de nuestras vidas.

Aliamos el amor con las muestras de afecto hacia las personas, animales, naturaleza u objetos materiales, pero también lo relacionamos con el afecto que cada quien tiene a lo intangible: pensamientos, ideas, decisiones, creencias e intereses propios.

Cada persona ha construido su propia concepción del amor con base en sus experiencias vividas y en lo que ha aprendido a través de los vínculos más significativos que ha establecido anteriormente.

El amor es la emoción fundamental que hace posible nuestra evolución como seres humanos, afirmaba Humberto Maturana, biólogo chileno que falleció recientemente.

“El sistema económico y social actual no ama a las personas. Ama los bienes materiales, ama la fuerza de trabajo y la productividad, pero no ama gratuitamente a las personas como seres humanos, dice Leonardo Boff, filósofo y ecologista brasileño”.

Leonardo Boff, filósofo y ecologista brasileño

Desde el amor podemos construir, vincularnos, aprender, socializar, colaborar, disfrutar, conservar, vivir. El amor nos mueve a actuar, a querer ser mejores seres humanos. El amor hace que busquemos una sana convivencia, que vivamos intensamente los valores en las relaciones humanas.

Sin embargo, el sistema económico y social actual no ama a las personas. Ama los bienes materiales, ama la fuerza de trabajo y la productividad, pero no ama gratuitamente a las personas como seres humanos, dice Leonardo Boff, filósofo y ecologista brasileño. Él mismo nos dice que si las personas nos amamos a nosotras mismas y amamos a las otras personas que nos rodean, estaremos siendo absolutamente revolucionarias, porque estaremos luchando contra la cultura dominante actual. La fuerza del amor nos daría un afecto profundo por las personas y la naturaleza y nos permitiría apreciar la belleza de la creación. Dice Boff, “cuando amamos, cuidamos y cuando cuidamos, amamos”.

Sin embargo, para amar a las otras personas y a la naturaleza, primero debo amarme y valorarme como persona. Debo desarrollar el amor propio, que consiste en captar el valor que tengo en todas las áreas de mi vida (física, emocional, mental, social, profesional y espiritual). Así, el amor propio se materializa en la responsabilidad y el cuidado personal en cada una de las áreas, sabiendo cuáles se han podido desarrollar fuertemente y en cuáles se debe mejorar.

Es muy importante que cada persona recuerde que es el amor de su vida y que ese amor siempre le va a acompañar en cada momento.

“Una persona con amor propio… es capaz de gestionar sus propias emociones, sabe escucharse y atender sus necesidades, no se hace reproches, convive en paz y armonía consigo misma”.

Eugenia Rodríguez Ugalde, Vicerrectora de Bienestar Estudiantil y Extensión Universitaria en la Universidad Castro Carazo

Así que, el principio del amor no es “te amo porque me amas”, sino más bien “me amo para poderte amar plenamente”. Quien no se ama, no es capaz de amar a otras personas.

Hay quienes podrían asumir una posición detractora con respecto al amor propio, pensando que es una visión egocéntrica. Empecemos por aclarar la diferencia.

El amor propio se refiere a la consideración y estima que una persona siente por ella misma y por la que espera ser considerada por las demás personas. El egocentrismo enfatiza en las necesidades personales, ignorando las necesidades de las otras personas. Se refiere a quien actúa en beneficio propio, priorizando el bien personal por encima de todo.

Cuando se capta el valor personal, se es capaz de captar el valor que tienen las demás personas. El amor propio da la libertad de ver lo valioso del propio ser y lo que se debe cambiar y mejorar. También permite establecer los límites en las relaciones interpersonales y darse a respetar.

Una persona con amor propio se respeta y respeta a quienes le rodean, reconoce sus cualidades y las áreas que debe mejorar, establece relaciones sanas, se valora, se considera en igualdad de derechos con respecto a otras personas, reconoce los errores que comete y acepta las consecuencias, se acepta como es, quiere aprender cosas nuevas, se propone nuevos retos, usualmente no siente celos, rencor, egoísmo o envidia, es capaz de gestionar sus propias emociones, sabe escucharse y atender sus necesidades, no se hace reproches, convive en paz y armonía consigo misma, atiende sus necesidades, no se auto sabotea, sabe lo que puede lograr a base de esfuerzo y perseverancia, tiene ilusión de vivir intensamente.

¿Cómo puedo desarrollar el amor propio?

Algunas recomendaciones:

  1. Cuidar los pensamientos hacia mi persona: cuando me equivoco ¿qué pienso acerca de mí?, ¿soy capaz de reconocer mis fortalezas?, ¿sé qué debo hacer para mejorar como persona?

2. No sentir miedo: confiar en mis capacidades y en que puedo aprender cosas nuevas.

3. Tener autocompasión: tenerme paciencia, comprensión, ser amable y comprensiva conmigo misma.

4. Prestar atención y ser consciente de las propias necesidades.

5. Practicar el autocuidado en las áreas física, mental, emocional, social, profesional y espiritual.

6. Establecer los límites en las relaciones interpersonales.

7. Perdonarse al cometer errores.

8. No compararse con otras personas.

9. Buscar espacios para conectarse con su interior.

10. Vivir con esperanza.

Busquemos cómo amarnos intensamente para ser capaces de amar a las otras personas. Empecemos amando nuestro propio ser, aceptándonos, perdonándonos, animándonos, escuchándonos y así podremos empezar a vivir el amor en plenitud.

Eugenia Rodríguez Ugalde es una profesional con formación académica en el campo de la psicología, psicopedagogía, administración educativa y pedagogía. Cuenta con más de 25 años de experiencia docente universitaria e investigación. Actualmente se desempeña como Vicerrectora de Bienestar Estudiantil y Extensión Universitaria en la Universidad Castro Carazo y es consultora nacional e internacional en temas educativos y de bienestar.