… mi madre mantenía la calma, pues esta mujer está siempre conectada con lo que es verdaderamente esencial en su vida: Dios, familia, amistades, plantas, lectura, música, aprendizaje…

Agrego otras conexiones realmente vitales para ella: bondad, generosidad, gratitud, perdón, confianza, ternura, comprensión, optimismo, alegría.

Esas redes no se caen.

Por eso disfruté tanto su compañía durante esta tarde de lunes…

Mientras yo revisaba Facebook, ella celebraba el arribo de un colibrí a su jardín.

En tanto yo chequeaba Instagram, ella regaba begonias, helechos y jades.

Y al tiempo que yo examinaba WhatsApp, ella contaba anécdotas de reflejaban la humanidad de quien fue uno de sus primeros jefes: el doctor Juan Guillermo Ortiz Guier, Benemérito de la Patria.

A mi mamá le llama la atención el mundo de las redes sociales, le parece interesante, entretenido e importante, mas no es adicta a estas telarañas tecnológicas que si bien aportan mucho valor en diversos campos, también tienden a uniformar el mundo en materia de ideas, gustos, interpretaciones y opiniones, imponernos maneras “correctas” de pensar y expresar.

Por eso este lunes 4 de octubre ha sido un día normal para ella, una jornada que ha transcurrido lejos de las angustias, obsesiones y desvelos de quienes nos hemos vuelto narcodependientes de los hijos de Mark Zuckerberg.

Las redes de mi madre son verdaderamente esenciales. Tengo varias horas de estar pensando en esto, pues hoy conté con más tiempo para reconectarme con mi interior.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación