¿Cuántos de nosotros hemos sentido un dolor o un miedo tan grandes en el corazón como para querer salir huyendo al vientre materno o en su defecto pensar hasta en intentar algo estúpido?

Por Kattia Vargas (*)

Nadie está exento de haberse cuestionado si ha perdido la cordura cuando una depresión quiere llevarlo al infierno del “otro lado”… Podríamos llamarlo locura (es más sencillo y además existen medicamentos para tratarlo).

Igual que Alicia, podemos llegar al manicomio porque otros nos consideren “diferentes” o “divergentes”.

Enfrentar la barrera infranqueable de lidiar con sentimientos de frustración cuando se es ya un adulto, no es sencillo: socialmente no se te permiten los berrinches (aunque a algunos quizá no les importe); otros, se pierden en drogas legales con tal de no enfrentar realidades que duelen y otros, sencillamente se tiran al basurero…

Sin duda alguna hay momentos que trascienden nuestras capacidades y quizá no todos tenemos la misma capacidad de resiliencia.

Películas tan hermosas como La Vida es Bella (La vita è bella), escrita, dirigida y protagonizada por Roberto Benigni, nos muestran que hasta de la peor experiencia se puede sacar algo positivo y es eso lo que precisamente intento hacer con esta reflexión:

Ocho lecciones que se pueden aprender en un hospital psiquiátrico:

1. Hay quienes se niegan a madurar o se dan por vencidos antes de hacerlo y como resultado de malas decisiones terminan recluidos en instituciones mentales.

Algunos, incapaces de aceptar su realidad, prefieren trascender hacia un plano diferente (¿más manejable?): intentos de suicidio, sobredosis, alcoholismo, drogradicción (legal o ilegal) y en el peor escenario, la pérdida total de la cordura.

2. No hace falta estar loco, sencillamente aprender a hacerse a la idea de que en la vida real los finales tipo Disney no necesariamente existen y que la vida es un conjunto de experiencias buenas y malas que mediante procesos, nos “prepararan” o como dicen los académicos: “nos proporcionan competencias y fomentan nuestras habilidades blandas” para poder enfrentar las diferentes situaciones que nos presenta la vida.

“No se logra nada autoflagelándose por “todo lo que no hice” y que “ya no puedo devolver el tiempo” y sobretodo usar la muletilla de: “ya yo a esta edad no estoy para eso”.

Kattia Vargas, artista plástica.

3. Pasar la página: Una de esas palabras populares en nuestro siglo 21 es la resiliencia, que refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada.

Una vez superada la fase de negación, nos damos cuenta de que “llorar”, “enojarse”  o querer “autodestruirse” de las maneras más “locas” o creativas que podamos lograr encontrar de la interminable lista de tips que puedan recolectarse… no vuelven el tiempo atrás…

Quien de verdad decide aprender de la experiencia que la vida amablemente pone a su disposición en semejantes resorts, decide cambiar el rumbo, valorar la vida y sobretodo, la libertad.

4. En la vida nada es gratis, lo malo es que si por casualidad tenemos una vida exitosa (llena de premios y bendiciones), olvidamos cuánto tuvimos que trabajar inicialmente por ellos… y como en los partos, con la ilusión del bebé se nos olvidan los dolores de la parida… 

5. Disciplina: La depresión es una enfermedad que si bien se gesta en el cerebro (provocada por alteraciones en los neuro transmisores), se visibiliza en cansancio, desánimo, alteraciones serias al ritmo circadiano (algo así como la capacidad para poder dormir dentro de los horarios adecuados).

A veces no se sienten ganas de nada, pero para salir adelante, más allá de los medicamentos hay que levantarse: salir temprano de la cama, (poner a “bretiar” a esos neuro transmisores), meditar y agradecer por todo lo bello que la vida ofrece, desde respirar, hasta todo aquello que no nos damos la molestia de valorar.

6. Comer con dignidad: No importa si a usted le dan pollo, carne, lasagna, sopa o arroz con frijoles… se agradecen los alimentos…y en especial cuando podemos cocinarlos en casa y en familia…

7. Aprender a soltar: A veces es necesario que a uno le hablen fuerte… aunque se resienta (caso muy común en la sensibilidad de nuestros paisanos) o se enoje… Nadie nos hace un favor “compadeciéndonos o comprendiéndonos”… solo incentivan que uno mismo justifique el por qué no enfrentar los problemas que se le puedan presentar en la vida.

No se logra nada autoflagelándose por “todo lo que no hice” y que “ya no puedo devolver el tiempo” y sobretodo usar la muletilla de: “ya yo a esta edad no estoy para eso”….

8. El cerebro es capaz de crear conexiones sinápticas efectivas a cualquier edad, en buen cristiano, eso significa que el cerebro es capaz de aprender a cualquier edad, pero obviamente hay que tener la disciplina de estudiar (sin embotarse) y manejando la ansiedad porque a medida que uno se va haciendo viejo, esta lo afecta más, los dolores musculares o las contracturas por estrés se convierten en un gran problema y uno ya es modelo clásico y obviamente las piezas son más caritas… pero siempre muy valiosas.

¡Disfruten la vida en grande!

(*) Kattia Vargas es una artista digital enamorada de la luz y la vida. Alquimista química en algún momento, es hoy día docente e investigadora en la Universidad Técnica Nacional. Se trata de una persona inquieta y reflexiva, a quien le gusta abrir las ventanas de su mente y dejar volar sus ideas y pensamientos.