Con apenas dieciséis años de edad, unas cuantas monedas en los bolsillos y una mochila con pocas pertenencias, Robert Appleyard emprendió un viaje con la intención de conocer otras realidades más allá de las minas de su natal Durham, en eI noreste de Inglaterra.

“Me alejaba del mundo que había conocido”, afirma el protagonista de la novela Mar abierto, escrita por el inglés Benjamin Myers (1976) y publicada en español por TusQuets Editores.

Ese joven, hijo de un minero, tenía sed y hambre de otros paisajes, otras perspectivas, otros seres humanos, otras verdades. Quería ampliar horizontes antes de condenarse a pasar la mayor parte de su existencia excavando minerales en una cavidad rocosa que le brindaría una visión muy estrecha del universo.

Por eso rompió su burbuja y salió en busca de nuevos caminos cuando la Segunda Guerra Mundial recién había terminado.

Una actitud muy sana esa de entender y reconocer que hay otros mundos y realidades más allá de mi entorno.

Pensar lo contrario nos aísla y limita, y nos torna propensos a caer en una de las trampas del autoengaño, esa voz que nos susurra al oído que el terreno o contexto en que nos movemos representa a la mayoría de las personas o es el mejor, el correcto.

Ejemplo de esto los comentarios que múltiples personas comparten en las redes sociales en tiempos electorales, en los cuales dan casi por un hecho que su candidato ganará en los comicios del próximo 6 de febrero o, al menos, pasará a la segunda ronda.

Se sienten seguros, o sumamente esperanzados, por el hecho de que muchos de sus “amigos” en Facebook, Twitter, LinkedIn u otras plataformas digitales opinan muy parecido a ellos, analizan el acontecer de manera muy similar y observan el mundo desde perspectivas casi idénticas.

Como si las comunidades que construyen los algoritmos de Mark Zuckerberg y compañía fuesen un monumento a la pluralidad y la diversidad… Si bien en estas aldeas todos vestimos diferente, al pensamiento se le trata de poner uniformes (con las excepciones del caso, claro está).

¿Quién no ha escuchado -palabras más, palabras menos- comentarios como los siguientes basados en percepciones cosechadas en las redes sociales? “¿Vieron cómo está creciendo el apoyo a tal candidato?” “Fulana avanza a paso firme” o “¡Esto ya está cocinado!”

No nos engañemos con lo que vemos en nuestras burbujas o lo que vivimos en nuestras minas. La realidad es cada vez más un caballo brioso difícil de domar.

Quizá tenemos que actuar como Robert Appleyard: emprender un viaje con la intención de conocer otras realidades.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación