Es la pregunta que me hago siempre que escucho la Patriótica costarricense.

Se trata de ese himno patrio cuya letra está basada en un poema del cubano Pedro Santacilia (1834-1910), en tanto que la música fue compuesta por el costarricense Manuel María Gutiérrez (1829-1887), autor también de la melodía del Himno Nacional de Costa Rica.

La interrogante surge, en especial, cuando oigo a muchos ciudadanos de este país cantando con gran emoción -a veces hasta con lágrimas- el coro que dice así:

La defiendo, la quiero, la adoro,
y por ella mi vida daría,
siempre libre ostentando alegría
de sus hijos será la ilusión.

Eso suena muy bien, pero ¿encuentra fundamento real en la vida cotidiana de los costarricenses?

Quizá en alguna época de nuestra historia sí, pero tengo serias dudas en cuanto al pasado reciente y el presente. El futuro goza del beneficio de la duda.

Los signos de interrogación aparecen en mi mente sobre todo cuando el país se está hundiendo y necesita de la ayuda y sacrificio de todos, pero resulta que cada sector o grupo corre a defender sus intereses y beneficios particulares.

“A mí y a los míos no nos vean”. “A mí y a los míos no nos toquen”. “A mí y a los míos no nos lancen indirectas”. “A mí y a los míos no se nos queden viendo”. “A mí y a los míos déjennos en paz”. “A mí y a los míos no pueden hacernos esto”. “A mí y a los míos ya nos han pedido demasiado”. “A mí y a los míos no nos toca ayudar esta vez”. “A mí y a los míos no nos señalen como los malos de la película”.

Esas parecen ser las consignas.

La situación se ha repetido una y otra vez a lo largo de los últimos años, en los que nos hemos conformado con pegar parches económicos y tomar aspirinas financieras en lugar de tener el valor de someternos a una cirugía profunda.

Una tras otra experiencia de diálogo nacional ha evidenciado que sentarse a conversar y tomar café es importante para apaciguar los torbellinos sociales, pero resulta insuficiente para construir acuerdos de peso que nos ayuden a superar la tormenta de las finanzas públicas.

Con frecuencia pienso que el tal La defiendo, la quiero, la adoro,
y por ella mi vida daría
” no se refiere a Costa Rica, sino a las gruesas tajadas que le hemos quitado o negado al pastel económico del país (porque el problema -hay que decirlo- pasa tanto por la pasta del gasto con que se ha engolosinado el aparato estatal como por el lustre tributario que ha evadido el sector privado). ¡Demasiados techos de vidrio!

Sumamente emotivo cantar la Patriótica costarricense en actos públicos, tomados de las manos, meciéndonos y con las voces quebradas, pero muy triste la letra que nos espera si seguimos jugando al karaoke patrio:

Costa Rica es mi patria partida,
vergel triste de atrasos y pobres
cuyo suelo de fuertes dolores
densos ramos de crisis vertió.

A la sombra nací de tus arcas,
tu Hacienda corrí insaciable,
y por eso mi obeso bolsillo
duplicaste por siempre mejor.

Yo no envidio los euros de Europa,
la grandeza que Merkel financia;
es mil veces más bella mi tierra
con su deuda, sus trizas, su gol.

La remiendo, la quiebro, la ahogo,
y por ella mi vida daría,
siempre libre ostentando emisiones
de sus hijos será la ficción.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente