Justo cuando me disponía, el miércoles pasado, a botar tres bananos que amenazaban con podrirse en el mueble de madera donde coloco frutas y legumbres, una pregunta revoloteó en mi mente: ¿Por qué no ponerlos en la terraza para que se los coman los pájaros?

Fue así como de manera espontánea inauguré un comedero para aves en un espacio que colinda con una propiedad llena de árboles y plantas.

Gracias a esta experiencia, quince reflexiones han anidado en mi cabeza en las últimas horas. Las comparto:

1 Siempre podemos compartir algo

Un trozo de pan. Una taza de café. una rebanada de queso. Una silla en la mesa. Un abrazo. Un consejo. Un elogio. Apoyo y compañía. Una idea. Un libro. Una prenda de vestir. Las posibilidades son infinitas…

2 Por lo general, hay alguien a quien le sirve, o necesita, eso que pensamos desechar

Le propongo hacer el ejercicio que mi madre me enseñó hace algunos años: Coloque en la acera de su casa o condominio algo en buen estado pero que ya no necesite o no quiera tener, y vea cuánto tiempo pasa antes de que alguien se lo lleve. He hecho la prueba con ropa, juguetes, adornos, utensilios de cocina, libros, revistas, etcétera y el resultado ha sido siempre el mismo: ¡todo vuela en cuestión de minutos!

3 No todo es basura

No todo tiene porqué terminar en el basurero. Hay bienes o productos que pueden ser reutilizados. Por ejemplo, en las cafeterías Starbucks regalan bolsas con broza de café que puede utilizarse como fertilizante en el jardín.

4 La confianza es un valor que se construye

De mí depende, en gran medida, que los comensales alados se sientan seguros de acercarse al comedero de la terraza. Múltiples interrogantes alzan vuelo en mi mente: ¿Qué tan confiados se sienten los demás en mi presencia? ¿Qué construyo más a diario: confianza o desconfianza? ¿Hay algo en mí que ponga en alerta a los otros?

5 No todos tenemos los mismos gustos

He visto yigüirros en mi comedero, pero ni un solo colibrí, come maíz, pecho amarillo o alguna otra especie, lo cual me habla de la diversidad de gustos, intereses y necesidades que hay en los seres humanos. Somos personas, no fotocopias.

6 Pequeñas acciones pueden producir grandes satisfacciones

Ayudar a un compañero de trabajo con una tarea. Cederle el asiento del bus a quien más lo necesita. Acompañar a una anciana a cruzar la calle. Pasear el perro del vecino que está enfermo. Regalarle un cubre bocas al mendigo que no tiene uno. En fin…

7 Elegir es una de las mayores libertades

Las aves no se comen los bananos porque estén enjauladas y no tengan otra opción a la vista…

8 Las buenas noticias son para compartirlas

De alguna u otra manera, los pájaros le transmiten a sus semejantes el hallazgo de un nuevo “restaurante”. En tiempos de crisis, redoblemos la generosidad de compartir la información que puede ser de gran utilidad para otros (empleos, becas, precios bajos, etcétera).

9 Debemos hacer lo que esté a nuestro alcance

No pretendo alimentar a todas las aves con mi comedero, me doy por satisfecho haciendo lo que está en mis manos. Lo mismo aplica en materia del enorme desafío de cuidar el planeta, atacar el hambre, enfrentar la violencia doméstica.

10 Se puede convivir civilizadamente

Esta mañana fui testigo de cómo tres pájaros disfrutaron del alimento sin pleitos ni disputas entre ellos. Cero conflicto. Nada de ataques, en ningún momento observé -a través de la ventana de la cocina- algo que se pareciera a la ley del más fuerte.

11 Nunca está de más mantenerse alerta

Los comensales de la terraza se mantienen atentos al entorno, no sea que los sorprenda un gato, un perro, un mapache, una ardilla, una persona o cualquier otra amenaza. No se trata de vivir 100% a la defensiva, pero en este mundo hay que dormir con un ojo abierto y otro cerrado.

12 ¿Qué necesidad hay de exhibir el hambre ajena?

Publico este texto y algunas fotos de las aves que llegaron esta mañana al comedero para compartir quince reflexiones en torno a esta experiencia y porque no hay nada que pueda ser objetado en este caso. Sin embargo, esto me lleva a preguntarme ¿qué necesidad hay de exhibir el hambre, la pobreza, la enfermedad ajena? ¿Por qué no ayudar sin hacer de la miseria o la desgracia un espectáculo? ¿Acaso no hay maneras de ayudar sin recurrir al autobombo?

13 Hay un tiempo para aprovechar las oportunidades

El banquete de banano que disfrutaron las aves esta mañana llegó a su fin en cuanto mi perro Gofio apareció en la terraza. No es un animal agresivo, pero su sola presencia ahuyentó a la “clientela”. Nada más fugaz que las oportunidades…

14 No pensemos solo en nosotros

No nos enfoquemos única y exclusivamente en nuestros sueños, problemas, intereses y necesidades. Alcemos el rostro, veamos a nuestro alrededor y preguntémonos ¿qué puedo hacer, qué puedo aportar?

15 Siempre hay belleza en nuestro mundo

A nuestro alrededor hay situaciones, hechos, iniciativas, acciones capaces de inspirar y serenar. Es cuestión de observar.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación