Si usted, por circunstancias vitales, carece de biblioteca o recursos para comprarle libros a sus hijos, rece para que la deidad de preferencia de cada diputado le
ilumine la próxima vez que en la Asamblea Legislativa
se eliminen los fondos para el funcionamiento de las bibliotecas públicas

Por Héctor Gamboa (*)

Cuando allá por el año de 1658 fuera publicado el Orbis sensualium pictus, es probable que su autor, el sabio checo Jan Amos Komensky, se hiciera eco de una tradición originada en la edad media gracias a la cual, en los pórticos y atrios de infinidad de iglesias de Europa y América, se usen las esculturas y relieves con escenas extraídas de la Biblia o de las tradiciones tanto populares como herméticas, como un sustituto del texto y entretenimiento para las masas analfabetas. 

Concebido para la enseñanza del latín y profusamente ilustrado con xilografías, ese libro para niños es, con toda probabilidad, el inicio de una profunda revolución simbólica que democratizó en la cultura occidental el placer del asombro.

Casi cuatro siglos después, los más pequeños viven inmersos en un mundo saturado de imágenes, en las pantallas, los teléfonos y las calles. Nosotros, por nuestra parte, seguimos iniciándolos en la lectura con libros llenos de dibujos y colores. 

Hoy, gracias a las tecnologías médicas, sabemos que las fotografías, dibujos y pinturas estimulan, como ninguna otra cosa, amplias regiones de la corteza cerebral, facilitando el establecimiento de nuevas conexiones neuronales, así como el desarrollo de la creatividad y las capacidades de pensamiento abstracto en los portentosos y plásticos cerebros de los niños.

La cereza del pastel

Toda esa efervescencia se incrementa con el acompañamiento de textos o audios apropiados para que los niños y las niñas contextualicen las imágenes, desarrollen las habilidades de evocación y aprendan sobre la sinestesia inherente que provoca el contacto entre las palabras y las imágenes.

El cerebro infantil tiene una capacidad casi inagotable de absorber nueva información y procesarla, establecer vínculos inesperados y construir mapas mentales, que se convertirán en herramientas increíblemente útiles a lo largo de la vida y dotarán a los adultos del mañana de capacidades de interpretación e imaginación mejores y más certeras que las de está generación agobiada y derrotada por los problemas a los que ya no encontramos solución. 

“Asegúrese de no votar en las próximas elecciones por individuos que desprecian el futuro de las personas humildes”.

Héctor Gamboa

La cereza del pastel para todo proceso de aprendizaje infantil, mas no por ello la parte menos importante del queque, es el abrazo amoroso de los padres. Un buen libro ilustrado, una buena película o un ejercicio de dibujo con crayones acompañados de una historia son, infinitamente, más eficaces para el desarrollo de las potencialidades del niño cuando ocurren en un contexto de afecto y seguridad.

Desde los tiempos de la antigüedad sabemos que experimentar “tentativamente” las emociones de lo cómico a lo trágico, a través de las imágenes y las historias, forma una parte esencial de lo que podemos llamar desarrollo de las “habilidades blandas”, o habilidades de socialización.

En las próximas elecciones…

De este modo, si las imágenes potencian la imaginación y el “cableado” del cerebro, y los textos brindan perspectiva y materialidad comunicativa a las ideas, el abrazo protector de la familia y, muy especialmente de la mamá y el papá, hacen posible la más importante de las habilidades de un ser humano: la de formar comunidad y ser capaces de trabajar en equipo.

La pandemia ha obligado a los padres a pasar muchas más horas en sus casas y en compañía de sus hijos. Ciertamente, la angustia ocasionada por las inseguridades económicas para unos y las complejidades derivadas del teletrabajo y el encierro para los otros, pueden resultar en grandes tensiones que cubren desde el mortal aburrimiento o el incremento del abandono escolar hasta la violencia doméstica.

No digo que sea sencillo olvidar, ni por un momento, estas cuestiones. Pero hay que reconocer que ese incremento del tiempo de contacto familiar es una oportunidad de manera que, si es usted un padre o madre en condiciones de parar un rato y, en lugar de ver la mejenga de la “Liga de Campeones” o “Tu cara me suena”, consigue un libro con muchas y bellas imágenes y se sienta a leerlo con sus hijos e hijas, le aseguro que no solo lo disfrutará, sino que estará sembrando las semillas de la oportunidad para una vida mejor en las generaciones futuras.

Si usted es un padre o madre que, por sus circunstancias vitales, carece de biblioteca o recursos para comprarle libros a su descendencia, rece para que la deidad de preferencia personal de cada diputado le ilumine la próxima vez que en la Asamblea Legislativa se eliminen los fondos para el funcionamiento de las bibliotecas públicas y asegúrese de no votar en las próximas elecciones por individuos que desprecian el futuro de las personas humildes.

(*) Héctor Gamboa se formó como artista plástico en el Conservatorio Castella, la Universidad Karolina de Praga y la Universidad Nacional, es diseñador gráfico especializado en libros, ilustrador, autor de obras para niños y adultos, con más de treinta años de experiencia y animador de la lectura.