El presidente Joe Biden, decidió no invitar a la reunión multilateral a Cuba, Nicaragua y Venezuela

Pedro Rafael Gutiérrez Doña

A pocas semanas de que se realice la Novena Cumbre de las Américas (6-9 de junio, en Los Ángeles, California, EE. UU.), las relaciones internacionales se asemejan a un paciente en la unidad de cuidados intensivos: no gozan de buena salud.

La atmósfera humarienta y una estela de dolor, exilio y muerte nos llegan desde Ucrania, donde justos y pecadores sufren una encarnizada guerra que trastornó Europa -y golpea por efecto- a gran parte de las economías del mundo.  

Ucrania, ocupada por el poderío armamentista del imperio soviético, a la cabeza de Vladímir Vladímirovich Putin, redobla sus esfuerzos para asimilar y poder soportar lo que pareciera ser una guerra interminable. La respuesta heroica e inesperada de la población ucraniana ante el poderío militar ruso diezmó significativamente los deseos colonialistas de los soviets, enredándose aún más en los mecates, ante el apoyo político-militar de los fieles miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN.

Bajo estas circunstancias de guerra, se celebrará la IX Cumbre de Las Américas en Los Ángeles, donde se mostrará en el escaparate internacional un amplio menú de cartas, acuerdos, tratados y discursos, para poder aplicar a las naciones vecinas, los principios neurálgicos en los que se fundamenta la hegemonía de los Estados Unidos en la región americana.

Al pasar las horas se cayeron las apariencias, luego de que el anfitrión el presidente Joe Biden, decidiera no invitar a la reunión multilateral a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Este tipo de decisiones políticas de parte del Presidente Biden, postean el terreno para hacerle saber a los non gratos que sus políticas internas, no son del agrado del gobierno norteamericano, el cual no está dispuesto a adular el trato que le dan sus gobiernos a la democracia en sus países.

¿Qué sentido tienen estas cumbres cuando en vez de primar el espíritu inclusivo de todas las naciones se le zafa el hombro a la Habana, Managua y Caracas?

Los tres presidentes sancionados por EE. UU. recibieron al instante el apoyo incondicional del mandatario mexicano Manuel López Obrador, quién cancelaría su participación en el evento si se mantiene firme la decisión de excluir al mencionado trío presidencial. Se unieron a la protesta Nair Bolsonaro, de Brasil; Luis Arce, de Bolivia, y Xiomara Castro, de Honduras, además de los países miembros de CARICOM, quienes señalan que las Américas son una y no un grupo selecto de los norteamericanos.

Aquí vale hacer una pausa y preguntarse: ¿qué sentido tienen estas cumbres cuando en vez de primar el espíritu inclusivo de todas las naciones se le zafa el hombro a la Habana, Managua y Caracas? ¿Cuándo pagará los Estados Unidos los miles de millones a los que fue condenado en La Haya a pagar a Nicaragua por los múltiples daños ocasionados en infraestructura en el caso Irán-Contras? Si las diferencias entre las naciones no encuentran un púlpito donde dirimirlas, en vano resultan estas cumbres millonarias, porque en vez de trabajar en la solución de los problemas se cierran las oportunidades para resolverlos.

Muchos de nosotros a través del tiempo guardamos en la retina imágenes de firmas de acuerdos, elegantes fotos de clausuras y declaraciones conjuntas, pero sus efectos en el bienestar de las naciones, se evaporan con el tiempo. ¿Cómo ignorar el bloqueo económico que por más de 50 años mantiene el gobierno norteamericano contra Cuba? Todas estas sanciones con el tiempo, lejos de cambiar el status quo de la isla, fortalecieron a la clase política gobernante y a contra sensu, empobrecieron a la población en general sin merecer el efecto de dicho castigo.  ¡Qué buena oportunidad ahora, para que Estados Unidos cese el bloqueo!

El Departamento de Estado de EE. UU. dice en su página web que los participantes en la Cumbre, “…promueven la cooperación hacia un crecimiento económico y una prosperidad inclusivos en toda la región, basados en nuestro respeto común por la democracia, las libertades fundamentales, la dignidad del trabajo y la libre empresa…”.

Pasemos pues de las palabras a los hechos, convirtamos esos principios en realidades en nuestra América unida y no la de unos cuantos; abramos espacio en los foros internacionales para que se escuche nuestra voz y sean respetadas todas las naciones.

Pedro Rafael Gutiérrez Doña es periodista.