… y el vendedor de patí que defendió su oficio con dignidad…

Aquella noche yo me encontraba saboreando despacio un whisky en las rocas que me habían servido minutos antes en un viejo y acogedor bar capitalino.

De repente, un vendedor de patí -piel nocturna y pelo ensortijado- entró en aquel local oloroso a bocas de albóndigas con arroz y atún enlatado arreglado con cebolla, culantro, chile dulce y mayonesa.

“¡Pati hay! ¡Saborrrrrrrr de Thompson!”, anunció ese comerciante alto y fornido con una voz que tenía algo de trueno y algo de viejo contador de historias.

Diversos clientes del bar compraron los productos de la cocina limonense promocionados a punta de galillo, cordialidad y sonrisa amistosa.

Yo compré una bolsa con dos de aquellas empanadas rellenas de carne cocinada con una prudente dosis de chile panameño.

En medio de un ambiente animado por un guitarrista que cantaba boleros de Julio Jaramillo, Toña la Negra, Bienvenido Granda, Olga Guillot, Daniel Santos, Omara Portuondo, Felipe Pirela, Carmencita Lara y otras voces inolvidables, un cliente desentonó con sus palabras.

–Oiga Thopmson, ¿cuánto vale esa mierda?
–Disculpe señor, pero yo no vendo mierda, vendo patí.
–¿Va a llorar? No se ponga delicado, hombre. Véndame una bolsa de esa mierda.
–Lo siento señor, pero no voy a venderle nada porque yo no vendo mierda. Ya le dije que vendo patí. Patí que preparo con mucho esfuerzo para salir a venderlo cada día, pues de esto comemos mi familia y yo.
–Tranquilo hombre, tranquilo. ¿Qué le cuesta venderme una bolsa de esa mierda?
–Señor, con todo respeto, si a usted le gusta comer mierda le recomiendo ir al baño a ver si encuentra algo que le apetezca.
–Está bien negro, está bien. Pura vida. No se enoje. Véndame una bolsa de patí.
–No señor, no voy a venderle mi producto a alguien que no lo aprecia.

El vendedor se echó al hombro el enorme canasto de mimbre en que cargaba el patí y salió del bar en medio de los aplausos de algunos parroquianos y la actitud incómoda del tipo que quiso denigrar el trabajo ajeno.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente