Allí están, fiel a la tradición, José, María y el niño Jesús, pero también, en honor a la libertad de observar con mirada fresca, una Catrina, el Cadejos, la Giganta y Pinocho.

Un pasito fuera de lo común, un tanto apartado de la historia oficial, algo distante de la narrativa de siempre.

Está permitido ver diferente, apreciar distinto, contemplar con otros ojos, introducir variantes en el libreto oficial. Esto es válido para cualquier campo de la vida.

Somos humanos, en gran medida, por la maravillosa capacidad que tenemos de imaginar, crear, transformar y adaptar.

¡Se vale jugar! ¡Se vale moldear! ¡Se vale recrear!

No tenemos porqué conformarnos con ser receptores pasivos; podemos modificar, metamorfosear, innovar, mudar, sorprender.

Atrevámonos a ser creativos, soñadores, romper moldes, dejar de lado la dependencia ciega en los manuales de instrucciones, las camisas de fuerza de la costumbre. Vivamos la aventura de la osadía.

¿Por qué ver siempre el mundo como nos lo pintan? ¿Por qué apreciar todo el tiempo la realidad como nos la dibujan? ¿Por qué observar el entorno única y exclusivamente como nos lo venden?

Salgamos de la rutina, los círculos viciosos, los hábitos sin ton ni son.

¿Qué nos impide abrirles las puertas de la empresa a don Quijote y Sancho? ¿Por qué no llevar a Anakin Skywalker a las aulas de estudio? ¿Y si nos atrevemos a incorporar al Padre sin cabeza en la política? ¿Nos estaremos perdiendo de algo valioso por no alinear a Messi y Ronaldo en las estrategias comerciales? ¿Qué puede enseñarnos Mauricio Babilonia en el campo de la comunicación?

¿Tendrá algo o mucho que decirnos Uvieta en materia de desarrollo comunal? ¿Qué tal si tomamos en cuenta la visión de Odiseo en medio de las difíciles travesías existenciales? ¿Querrá la emperifollada Catrina enseñarnos algo en materia de relaciones interpersonales?

La idea es ampliar horizontes, sumar perspectivas, fortalecer visiones. Aprender a ver diferente, con otros ojos.

Apostemos por la otra historia, el otro relato.

No veo al niño Jesús enojándose por compartir el establo con doña Catrina, don Cadejos, doña Giganta y Pinocho. Por el contrario, lo imagino sonriendo.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación