¿Cuál Odiseo? Uno de los reyes griegos que participó en la Guerra de Troya y que, una vez finalizado este conflicto de diez años, emprendió el viaje de regreso a su reino, la isla de Ítaca, un recorrido accidentado que tardó también una década y del cual da cuenta el poeta griego Homero (siglo VIII a. C.) en su poema épico Odisea.

Me gusta repasar esa obra literaria cada vez que alguna experiencia agita las aguas de la realidad con la fuerza con que el dios Poseidón tornó turbulentas las corrientes del Mediterráneo durante el retorno de Odiseo al hogar donde lo esperaban su esposa Penélope y su hijo Telémaco. Por ejemplo, la recién finalizada segunda ronda electoral en nuestro país.

Siempre extraigo reflexiones de ese texto que no deja de hablarme y enseñarme…

Dice Odiseo, con base en lo vivido en Troya, que no hay porqué prolongar los conflictos, estirarlos de manera indefinida, pues es mucho el desgaste y muy alto el precio a pagar.

Sostiene Odiseo que en su caso no fue fácil el periplo que lo llevó de nuevo a la paz y la armonía, pero valió la pena embarcarse en esa empresa, luchar por el sosiego, invertir tiempo y energía en pro de la tranquilidad.

Afirma Odiseo, tras haber enfrentado al despiadado cíclope Polifemo, que parte del origen de la violencia de ese gigante monstruoso tenía que ver con el hecho de que veía el mundo solo con un ojo, una óptica reducida, una visión limitada, por lo que es importante hacer el propio por ampliar perspectivas y horizontes, ser más panorámicos.

Manifiesta Odiseo que, en pro de la concordia y la fraternidad, hay que ponerle fin a los seductores y peligrosos cantos de sirena. Recuerda que en aras de vencer esas melodías engañosas, él tapó con cera los oídos de sus compañeros (no hay que oír, prestarle atención a todo lo que se dice; no vale la pena) y luego les ordenó atarlo a él de pies y manos en la parte inferior del mástil con el fin de poder escuchar las cantaletas y estribillos mas no ir en pos de aquellas divinidades marinas (hay que esforzarse por contenerse).

Advierte Odiseo sobre la necesidad de tener claro que las rutas a seguir no siempre son sencillas. Tiene presentes las palabras crudas y realistas de la maga Circe, habitante de la isla Ea, al hablarle a él sobre las dos posibles vías a tomar en el camino a casa; ella no ocultó las dificultades ni las maquilló.

Recomienda Odiseo enfocarse en los desafíos a enfrentar juntos, en vez de perder el tiempo en todo aquello que nos divide. Trae al presente la arriesgada navegación por un canal de aguas sumamente estrecho y en cuyas orillas había dos monstruos marinos: Escila y Caribdis; el héroe griego optó por navegar más cerca del primero de ellos (que devoró a seis miembros de la tripulación), pues el otro era capaz de succionar el barco entero. “Hay que decidir, definir el rumbo y analizar riesgos, máxime cuando las amenazas son tan grandes”, expresa el rey de Ítaca.

Sugiere Odiseo armarse de astucia, ingenio, paciencia, constancia y persistencia ante los verdaderos enemigos, tal y como lo hizo su esposa Penélope, quien le dijo a sus pretendientes -tipos abusivos, ordinarios y quienes daban por muerto a su esposo- que se casaría con uno de ellos en cuanto terminara de tejer un sudario para su suegro Laertes. Sin embargo, en aras de darle largas a esa situación, destejía de noche lo que tejía de día; así, nunca concluía la tarea. Ella no recurrió al odio o la violencia para solucionar los problemas.

Recuerda Odiseo a los lestrigones, gigantes antropófagos que destruyeron 11 de las 12 embarcaciones del soberano de Ítaca lanzando rocas desde los acantilados, y arponearon y devoraron a muchos de sus hombres. Pasaron a la historia como expertos en destruir y dañar. “¡Cuidado con caer y permanecer en esas redes!”, exclama este hijo literario de Homero.

Suplica Odiseo que no seamos tan vengativos como lo fue Poseidón, dios griego de los mares, quien se ensañó contra el rey de Ítaca y lo hizo blanco de su odio, ira y resentimiento por haber dejado ciego al cíclope Polifemo (uno de los hijos de esta divinidad). En su calidad de amo y señor de los océanos, utilizó ese poder para boicotear el viaje de regreso a casa. Un papel diferente y constructivo tuvo la diosa Atenea, quien fue la aliada principal del célebre personaje.

Enfatiza Odiseo que nunca hay que perder de vista a la patria. En su caso, Ítaca era la tierra donde estaba su hogar, arraigo, orígenes y pasado. Representaba el nacimiento, el comienzo, los primeros pasos y el desarrollo y madurez. Al igual que Costa Rica, no era un reino grande, pero simbolizaba todo aquello que era sustancial, esencial, íntimo, profundo e irremplazable.

Siempre anclo en la Odisea en días turbulentos; me gusta sumergirme en las aguas de este poema épico que me recuerda lo relevante y me ayuda a enfocarme…

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista con 35 años de experiencia
Asesor en comunicación