“¿No será acaso que nuestra especie requiere urgentemente crear espacios para la reflexión, el silencio, la soledad, la sencillez, para poder sobrevivir?”

Liana Rojas Binda

Saludos de nuevo, querida lectora y querido lector. Les recuerdo que soy lo que llamamos en Costa Rica, “una tarabilla”: una persona que disfruta hablar ¡hasta por los codos!, como se los compartí en una entrega anterior: Confesiones de una tarabilla.

En mi esfuerzo para practicar más el silencio, les comparto dos frases que me impactaron estos días y que tienen mucho que ver con el silencio, la reflexión, y tal vez,  la sobrevivencia.

Primera frase:

“La soledad, la observación, y la sencilla cordialidad deberían ser reconocidos no solo como fines en sí mismos, sino como derechos inalienables de todas las personas con la suficiente suerte de estar vivas”.

Esas líneas de la autora Jenny Odell (How to do nothing: Resisting the Attention Economy), llegaron a mí mediante una creadora de contenido a quien sigo hace años. La frase attention economy fue acuñada por Herbert A. Simon, sicólogo, economista y premio Nobel, quien propone que la atención es “el cuello de botella del pensamiento humano” y que “la abundancia de información crea la pobreza de atención”.

Odell rescata la importancia de dedicar momentos de sencillez y solaz a observar y observarnos, y el silencio es cómplice usual de este tipo de observación.

En nuestro ajetreo, no dedicamos –ni como individuos, ni en nuestras organizaciones- el suficiente tiempo para la reflexión y la observación. Inclusive los momentos que se pellizcan para la reflexión tienen agenda, pues de lo contrario no nos sentimos “productivos”.

Segunda frase:

“Predecir o perecer”. 

Esa frase nos la compartió el físico mexicano Sergio de Régules, en su charla sobre Arte y Ciencia, brindada para la Universidad Castro Carazo este mes de setiembre.

De Régules indica –entre una variedad de ideas y reflexiones extraordinarias- que el ser humano es un “bicho” que pudo crear ciencia y arte, debido al tiempo que pudo dedicar a identificar patrones en la naturaleza (entre muchas otras razones).

Aunque estos patrones a menudo son construcciones de nuestro cerebro, Régules estableció que nuestra necesidad de identificar patrones está ligada a nuestra sobrevivencia.

Si los seres humanos necesitamos tiempo para observar, reflexionar, predecir patrones y preveer nuestras estrategias, ¿no será acaso que nuestra especie requiere urgentemente crear espacios para la reflexión, el silencio, la soledad, la sencillez, para poder sobrevivir?

¿No será que aquellas organizaciones que no dediquen tiempo a observar, a predecir, están condenadas a perecer? ¿No será que como individuos, como especie, nos está asfixiando el corre-corre?

Queridos lectores y lectoras, ustedes que sacaron un momento de su día para leer esta columna, ¿cuántas veces se preguntaron si estaban perdiendo el tiempo al hacer esta lectura?

No sé usted, pero yo siento una imperiosa necesidad en este momento, de apagar la máquina, y tumbarme en el patio de mi casa a ver pasar las nubes. Pueda ser que en ese momento, encuentre las respuestas para varias situaciones apremiantes en mi vida personal y profesional.

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Liana Rojas Binda es una profesional con formación académica en el campo de la enseñanza del Inglés. Cuenta con más de 25 años de experiencia docente. Actualmente se desempeña como Directora del Centro de Idiomas de la Universidad Castro Carazo. Ha participado en proyectos editoriales con Santillana y Oxford University Press.