Un relato cargado de humanidad y que prueba algo que parece obvio pero ilumina a los hogares…

(*) Por Alejandro Vargas Johansson

Que un 23 de febrero se vacunaran contra la COVID mis papás en Naranjo (una comunidad rural costarricense de tradición cafetalera, a 30 kilómetros del aeropuerto internacional), mi primo Jaime en un albergue  para personas con condiciones especiales en Heredia (una de las provincias más pobladas del área metropolitana de Costa Rica) y mi amiga Jeannette en Swindon, en el Reino Unido (a un par de horas de Londres), es más que una folclórica coincidencia.

Mis papás por sus edades y mi primo por su condición de salud fueron vacunados con éxito pero los tres viven en un país donde aún la quinta parte de la gente es pobre.

Jeannette ni por edad ni por condición de salud. Es una tica casada con un inglés que aún no llega al quinto piso de la vida y aunque pronto será ciudadana inglesa, ya vive acogida en uno de los países industrializados más ricos del mundo con una  historia imperial y colonialista a cuestas que ahora, también responde a quienes no nacieron en sus linderos.

Entonces, casi al mismo tiempo los cuatro recibieron la misma vacuna. Eso mueve las fibras, las emociones y hasta los orgullos patrios con el gran Atlántico de por medio.

En esta historia personal, hay entonces dos Estados que cobijan con un sistema a cuatro ciudadanos del mundo. Ambos lo hacen más o menos a doce meses de que se revelaran los primeros casos, de que existiera una crisis por el cierre de actividades económicas, protestas por las reaperturas, escándalos por favoritismos sea por evasión de las restricciones o por este proceso de vacunación que apenas inicia.

Pero también… hay 4 ciudadanos del mundo (“cuatro gatos”, criticará alguien) que ya empezaron la ruta para generar su propios anticuerpos y responder desde la mismísima condición humana a  la más mediatizada y quizás temida, de las pandemias que la humanidad ha enfrentado.

Para esos cuatro ciudadanos de esta aldea global se probó algo que parece obvio pero que ilumina los hogares: que la ciencia y la política con sus fallas e imperfecciones mantienen la capacidad de generar respuestas a las necesidades de la gente.

(*) Alejandro Vargas Johansson ha sido reportero en Telenoticias de Canal 7, La Nación y El Financiero; y director en las Radioemisoras de la Universidad de Costa Rica (UCR). Estudió en la UCR donde da clases desde el 2005. Tiene una maestría en Diplomacia de la misma universidad y un diplomado de posgrado en Relaciones Internacionales y Desarrollo del Instituto de Investigaciones Sociales de La Haya, Reino de los Países Bajos. Ha investigado las coberturas noticiosas sobre infancia, migración, situaciones de emergencia y desastres naturales. Durante los procesos electorales del 2006 y 2010 acompañó en la gestión de prensa al entonces candidato Ottón Solís.