La flexibilidad cognitiva nos brinda la posibilidad de pasar de una actividad a otra fácilmente, aprender de los errores y pensar en soluciones diferentes a las acostumbradas

Por Arianna Ortiz Solano

Antes de marzo del 2020, algunas personas adultas tenían una rutina que empezaba en la mañana con el desayuno o el ejercicio, para después alistarse y desplazarse a los centros de estudio o de trabajo. Luego, regresaban a sus casas a descansar y prepararse para el día siguiente. A veces el ejercicio se realizaba más bien al final de la tarde.

Esta secuencia de acciones, en muchos casos, fue aprendida desde la niñez, con la familia. De manera tal que era usual repetirla una y otra vez. Algunos días, la rutina variaba: visitar amistades, hacer una compra en un centro comercial o celebrar fechas importantes con personas cercanas.  

A partir del tercer mes del año anterior, la gran parte de la población costarricense (y del mundo) tuvo que hacer cambios significativos en sus rutinas. Ahora, en lugar de trasladarse al lugar de trabajo, éste se movilizó a la casa. El contacto físico se fue limitando. Hay que asegurarse de estar cumpliendo con los protocolos de salud y de no violentar las restricciones establecidas.

Las celebraciones grupales se fueron posponiendo. Aquello que parecía ser necesario por solo unos días o semanas, se ha convertido en nuestra nueva rutina. Han pasado más de 12 meses desde aquel día que empezamos a construir una realidad diferente. Nos hemos ido adaptando a una nueva forma de vivir, de trabajar y de vincularnos con otras personas.  

¿Y cómo es que nos hemos ido adaptando? Gracias a que, en algunas partes de nuestro cerebro se desarrollan ciertas funciones que llamamos ejecutivas. Autores como Barceló, Lewis y Moreno (2006, p. 116) las definen como las “habilidades o capacidades cognoscitivas de orden superior, que le permiten a una persona conseguir un objetivo o solucionar un problema.”

Es decir, son habilidades que les permiten a las personas plantear soluciones frente a situaciones nuevas o complejas, lo cual se asocia también con la toma de decisiones.

Entre la variedad de funciones o habilidades ejecutivas hay una que tiene especial relevancia en la adaptación a las nuevas circunstancias. Se conoce como flexibilidad cognitiva y es la que nos brinda la posibilidad de pasar de una actividad a otra fácilmente; de aprender de los errores y pensar en soluciones diferentes a las acostumbradas.

En el transcurso de la pandemia y de los tiempos difíciles que nos han acompañado en los últimos meses, hemos estado entrenando nuestra mente para ser más flexible, quizás sin estar conscientes de ello. Pero podemos hacerlo de forma más conciente con el fin de encontrar menos dificultad para admitir nuestros errores; no sentir molestia al cambiar de una tarea a otra y poder adaptarnos a contextos diferentes. De esta forma, podremos tener más apertura para resolver situaciones de una forma distinta a la que conocemos.  

Por lo tanto, el entrenamiento en esta habilidad viene acompañado de múltiples beneficios, tanto en el ámbito profesional como personal.  

A continuación, algunas recomendaciones para desarrollar esta flexibilidad de la que hemos venido reflexionando:

Abrace el error.
Equivocarse es parte esencial del aprendizaje. Tener la humildad para reconocer que no lo sabemos todo o que podemos fallar, nos libera de tensiones innecesarias y nos permite, en su lugar, experimentar la satisfacción de que somos seres en constante transformación. Todos los días aprendemos algo nuevo.

Cuestione lo obvio.
Aquello que creemos que siempre ha sido de una forma, tal vez puede enfrentarse o resolverse de otra totalmente distinta. Aplica para situaciones laborales, familiares y personales. Sustituyamos expresiones tales como “siempre lo hemos hecho de esa manera y ha salido bien” por “¿será ésta la única forma de hacerlo o habrá otra alternativa?” Déjese sorprender.

Realice pausas activas.
Respirar conscientemente, hacer ejercicios de estiramiento, recibir sol y caminar son cuatro acciones que contribuyen con la oxigenación del cerebro y en general, con el bienestar personal.

Todas las personas tenemos la capacidad para desarrollar la flexibilidad cognitiva, misma que nos será muy útil no solamente en momentos de crisis, sino en general en nuestra vida.

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Arianna Ortiz Solano tiene una Licenciatura en Psicología por la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es estudiante de la Maestría en Psicopedagogía de la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología y se desempeña como Directora de Permanencia Estudiantil en la Universidad Castro Carazo.