Si en los dos primeros meses del 2020 nos hubieran preguntado si hay algo aún más frágil que una ampolla de agua, posiblemente hubiéramos contestado que no.

Sin embargo, en poco más de un año hemos aprendido que sí lo hay: la vida humana.

Somos tan vulnerables como las mariposas. No somos tan fuertes como creíamos.

Se trata, sin duda, de la más dura y cruel de las lecciones que hemos aprendido del Covid-19: esa pompa maligna que aún flota en el mundo.

Y que, por lo visto, está decidida a no abandonarnos tan pronto,

pues el proceso de vacunación toma tiempo, no es una tarea que pueda realizarse por completo de la noche a la mañana. Ojalá fuera así…

… pero, como ocurre tantas veces, esto es algo que escapa de nuestro control.

Lo que sí está en nuestras manos, a nuestro alcance,

es seguir cuidándonos, protegernos, redoblar esfuerzos en pro de nuestra seguridad.

Y eso pasa por respetar los espacios y límites de las otras burbujas sociales,

tener claro que la pandemia es un asunto serio y no un invento o fantasía,

que aún no es hora de alzar vuelo,

cantar victoria

o celebrar.

¡Es hora de seguir velando por la frágil vida!

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente