Sin darnos cuenta, fuimos perdiendo nuestra libertad para caer prisioneros de nuevos emporios que
se dedicaron a capturar nuestra información,
gustos, habilidades, aficiones y nuestros más
íntimos secretos

Por Juan Manuel Campos Ávila (*)

Con el advenimiento de Internet la humanidad tuvo a su disposición una nueva forma de comunicación.

Millones de computadoras se enlazaron mediante una nueva tecnología en la que intermediaban motores de búsqueda, páginas web y repositorios de información de toda índole.

Fue así cómo vimos surgir, de la noche a la mañana, un emporio de empresas que nacían de la mano de Internet.

Gracias a ese nuevo mundo digital empezamos a realizar con rapidez acciones tan sencillas como la obtención de información en una biblioteca pública, leer una noticia en un periódico, comprar un producto o adquirir un servicio.

Pérdida del sentido y la distancia

La  conexión a Internet hizo posible que nuestras solicitudes de información se tramitaran en tiempo real y que cambiaran para siempre procesos que antes duraban días o meses.

Sucedió así porque entramos en una era digital que nos acercó a repositorios de información.

Pero también, y sin darnos cuenta, fuimos perdiendo nuestra libertad para caer prisioneros de nuevos emporios que se dedicaron a capturar nuestra información, gustos, habilidades, aficiones y nuestros más íntimos secretos,  pues de una u otra manera, con nuestro consentimiento o sin él, esos datos son recabados a diario por el rastro digital que dejamos como huella. 

El poder monopólico 

El poder monopólico de Google, Facebook, Amazon o Apple es tan grande que ya la Unión Europea y los Estados Unidos están vigilando de cerca a estos emporios, porque saben que  con la información nuestra que poseen pueden cambiar no solo las reglas del del comercio electrónico sino que están en capacidad de aplastar a cualquier competidor.

“Los estados deben reforzar las normativas de privacidad tanto en la legislación local como mediante acuerdos internacionales para imponer límites razonables en el uso de nuestros datos”.

Juan Manuel Campos, abogado y notario.

Baste recordar la crisis de los medios de comunicación tradicionales para que nos demos cuenta de que hoy los reyes de la pauta están concentrados en las redes sociales, precisamente porque es lo que las personas más ven, donde más se informan. Los medios tradicionales son simples colaboradores de contenidos para las redes sociales.

Fue así como hace unos meses vimos sucumbir a un medio centenario de nuestro país: La Prensa Libre, precisamente porque sus dueños no pudieron sostenerlo debido a que perdieron pauta publicitaria.

Regulación de los gigantes de Internet

Los gigantes de Internet no solo deben de hacer un acto de contrición u ofrecer una autorregulación innecesaria debido a que no tenemos certeza de su grado de cumplimiento.

Por el contrario, los estados hoy día deben reforzar las normativas de privacidad tanto en la legislación local como mediante acuerdos internacionales para imponer límites razonables en el uso de nuestros datos y con ello impedir una  comercialización abusiva y una ventaja anticompetitiva.

Tomemos nota que solo Google tiene despliegues tecnológicos en autos autónomos, redes de fibra óptica, centros de datos, inteligencia artificial y redes satelitales en comercio electrónico. Dentro de poco brindarán oferta académica universitaria.

Les dimos el poder con nuestros datos, no los dejemos solos sin ninguna regulación.

(*) Juan Manuel Campos Ávila es abogado y notario. Dirige la empresa Ciber Regulación Consultores, desde donde brinda servicios de asesoría en regulación de tecnologías de información y comunicaciones.