Un relato bíblico que nos ha dejado grandes enseñanzas a través de los siglos y que refleja la dulce victoria del pequeño contra el grande, el triunfo del débil frente al poderoso

Pedro Rafael Gutiérrez Doña

Recordar la historia bíblica del pequeño David contra el gigante Goliat pone frente a nuestras narices el escenario político por el que tendrán que pasar dos candidatos para disputar la presidencia de Costa Rica. 

El Partido Liberación Nacional (PLN), encabezado por José María Figueres, con una vetusta participación electoral y con varios gobiernos cuestionados sobre sus espaldas, se enfrentará al emergente y desafiante Partido Progreso Social Demócratico, dirigido por su líder, el economista Rodrigo Chaves el próximo domingo 3 de abril.

El relato bíblico al que hago referencia nos ha dejado grandes enseñanzas a través de los siglos. Refleja, entre otras cosas, la dulce victoria del pequeño contra el grande, el triunfo del débil frente al poderoso, el Juan Santamaría frente al yanki invasor, y nos ratifica que aunque tengamos todo en contra y los porcentajes de dudosas encuestas de opinión digan lo contrario, las posibilidades del triunfo son siempre abundantes.

A simple vista, podríamos creer que las diferencias entre los dos candidatos son abismales. Ejemplo de ello, el holgado poder económico del PLN, evidente en los signos externos de cara al pasado 6 de febrero, frente a los limitados recursos económicos del Social Democrático, lo que hizo ver mucho más fuerte al primero. Sin embargo, en esta oportunidad, esta forma de ver y medir la fortaleza política quedó en el pasado y no fue la que ganó, porque mientras las banderas liberacionistas ondeaban en carros y cocheras, fueron los inofensivos lapiceros ocultos en los bolsillos de los costarricenses los que marcaron la diferencia. 

“¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos?”, le reclamó Goliat a David antes del combate, menospreciando la débil apariencia del muchacho y las inofensivas armas que este poseía. De la misma manera Liberación Nacional echando mano al descrédito y a bajas acusaciones, busca en la palestra internacional a funcionarios cuestionados por su pésima función como Trump y Bolsonaro, para comparar a su adversario y restarle credibilidad.

No dudo que a estas alturas del proceso, la muchedumbre liberacionista aplauda mecánicamente la apariencia y ferocidad del mentado gigante, asegurando de antemano el triunfo electoral basado en deslumbrantes apariencias. Pero de lo que deberían estar seguros es que las apariencias engañan, que en política no existe un contrincante débil y que la determinación de un pueblo para el verdadero cambio es más poderosa que la emoción partidaria ya conocida por todos.

Asumir la historia de David y Goliat como un simple mito o un gastado cuento de caminos, en nada contradice al hecho de que esta segunda ronda es una contienda entre un partido político harto conocido frente a uno que da sus primeros pasos en la política nacional. Este deberá ser capaz de sacar a este país del atolladero en el que se encuentra y ponerlo a caminar nuevamente.

No podemos olvida en este comentario que aquel paladín con altura de 6 codos y un palmo (3,50 metros), casco de bronce, una cota de malla de 5.000 ciclos de bronce (57 kilos), grebas de bronce y jabalina de bronce entre sus hombros y su filosa lanza, de nada le sirvieron, porque su pequeño oponente haciendo uso de una onda y una pequeña piedra dio al traste con sus grandes pretensiones.

Malcom Gradwell, reconocido psicólogo a nivel internacional, manifestó en su libro La clave del éxito (2007) que “… lo que hace parecer fuerte a Goliat es su mayor debilidad, algo que ha sido confirmado por los estudiosos más modernos… la fortaleza es solo una apariencia. Todos los “Goliat” en la actualidad, tienen importantes puntos débiles que un enemigo avezado puede descubrir y aprovechar.  

“En caso contrario, si el más fuerte gana todas las batallas, no hay ninguna esperanza para el resto de nosotros ¿verdad?  Si los mismos que han tenido todo el poder, todo el dinero y toda la autoridad son los que van a ganar todas las peleas, entonces, ¿para qué vamos a seguir adelante?”

Pedro Rafael Gutiérrez Doña es periodista.