Hablamos de aquellos imperativos que nos llevan a la búsqueda y el mantenimiento de una relación consciente y armoniosa con la sociedad, el entorno y el ambiente de una manera ética, colaborativa, solidaria y comprensiva

Luis Alonso Arrieta Ávila

El psicólogo estadounidense Abraham Maslow (1943) nos indica que existen 5 niveles de necesidades básicas: supervivencia, seguridad, pertenencia, reconocimiento y autorrealización. Desde esta teoría, se deben satisfacer las necesidades básicas para poder avanzar hacia niveles superiores de realización y plenitud individual.

Sin embargo, en un mundo cada vez más interconectado y complejo, debemos dejar de visualizar nuestras necesidades individuales separadas de nuestro contexto globalizado y ser conscientes de que nuestro planeta no es simplemente nuestra casa, es el espacio que debemos habitar.

Es desde esta perspectiva que debemos plantearnos un nivel más de necesidades, ya no solo humanas, sino necesidades planetarias.

¿Y qué son las necesidades planetarias? Para entender este concepto, debemos partir primero por distinguir el concepto de “habitar”.

Generalmente, se habla de habitar como residir o vivir en un lugar por un periodo determinado de tiempo. Sin embargo, desde una visión planetaria, el habitar implica también el convivir junto a las demás personas, seres y nuestro entorno. Implica cuidar, proteger y (re) construir el espacio entendiendo estas relaciones complejas.

Habitar un espacio conlleva reconocer como se intersecan en él nuestras emociones, experiencias, historias e incluso recuerdos. Habitar un espacio es visibilizar como nuestra vivencia se ve marcada por nuestro contexto, personas y seres con los que convivimos, y cómo nosotros podemos afectar sus propias experiencias.

Desde esta perspectiva, las necesidades planetarias son aquellas que nos llevan a la búsqueda y el mantenimiento de una relación consciente y armoniosa con la sociedad, el entorno y el medio ambiente de una manera ética, colaborativa, solidaria y comprensiva; lo que el filósofo y sociólogo Edgar Morin (1999) llamaba “la ética del género humano”.

Dentro de las necesidades planetarias podemos mencionar:

  • Respetar y promover el triángulo de la vida (relación yo – los demás – nuestro entorno)
  • Aprender a convivir de manera pacífica y empática
  • Promover la unidad planetaria desde la diversidad: crear conexiones y redes para el intercambio y el apoyo cultural, respetando las diversidades de contextos, realidades, culturas y prácticas, desde un bien común.

Para poder atender las necesidades planetarias debemos, en primer lugar, sabernos parte del planeta Tierra, entender nuestro papel y nuestro impacto en él, es decir, habitarlo más que vivir en él. No es un espacio ajeno a nosotros, es un espacio del que somos parte.

Si no sabes por dónde empezar a trabajar en relación a las necesidades planetarias, la Organización de las Naciones Unidas desarrolló una Guía para salvar el mundo, en la que se mencionan buenas prácticas a nivel individual, a nivel familiar, de mi comunidad o de mis espacios de acción como la escuela o el trabajo.

Les invito a que repensemos la manera en que realmente podemos habitar nuestros espacios, y como podemos, en palabras de la brasileña María Cándida Moraes, doctora en Educación, “cambiar nuestro mundo, al mismo tiempo que nos cambiamos a nosotros mismos”.

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Luis Alonso Arrieta es Gestor de Calidad en la Universidad Castro Carazo.