¿Cómo ven y tratan en su organización a los clientes, usuarios y ciudadanos? ¿Hacen todo lo posible para que zumben o se conforman con oírlos balar?

Las abejas domésticas tienen iniciativa; cuando ya no caben en una colmena, salen de ella y forman un enjambre en un árbol, un vallado o cualquier otra estructura.

En cambio, las ovejas criadas por el ser humano son pasivas, poseen vocación de rebaño; se limitan a acatar dócilmente las órdenes del pastor.

Cada enjambre está constituido por reina, obreras y zánganos, una división social con claras funciones y tareas de producción y reproducción.

En la manada, en cambio, impera la jerarquía de dominancia que se establece por medio de luchas y amenazas. Los animales más fuertes, agreden a los demás y se alimentan primero.

Las abejas se encuentran entre las especies consideradas como más inteligentes.

Entre tanto, las ovejas son calificadas como simples y torpes.

Cuando descubren una fuente de alimentos, las abejas obreras regresan a la colmena y danzan para comunicarle a sus padres la dirección y distancia del polen.

Las ovejas dependen exclusivamente de las hierbas y el pasto que se les suministren. Son comensales con un menú muy limitado, comen lo que les sirven, consumen lo que les den.

Una diferencia más…

Las abejas se orientan de tres formas diferentes: por medio del sol, por la polarización de los rayos de luz y por el campo magnético de la tierra.

¿Y las ovejas cómo lo hacen? Requieren de la orientación del cayado y los perros pastores. Suelen seguir al primer individuo de la manada que se mueva, aunque no lo haga con sentido de dirección o liderazgo.

¿Cómo ven y tratan en su organización a los clientes, usuarios y ciudadanos? ¿Hacen todo lo posible para que zumben o se conforman con que balen? ¿A qué le apuestan más: a una dulce experiencia o a terminar trasquilados? ¿Enjambre o rebaño?

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista con 35 años de experiencia
Asesor en comunicación