El tres veces presidente de Costa Rica, José Figueres Ferrer (1906-1990), era un hombre culto, dado a filosofar, ameno, con sentido del humor, conocedor de la naturaleza humana, enamorado de la sabiduría campesina, abierto a aprender y que valoraba el contacto con la gente.

No lo digo yo. Esas ocho características están presentes en el relato titulado El mocho (como se llama al buey que ha perdido un cacho), que forma parte de la serie Así nacen las palabras incluida en el tercer y último tomo de las Obras completas de don Pepe Figueres.

Se trata de una reciente publicación de la Editorial Tecnológica de Costa Rica, la cual incluye los textos La pobreza de las naciones, Palabras gastadas, El espíritu del 48, Cartas a un ciudadano, Así nacen las palabras y los cuentos, Cubaces tiernos en abril, Ciprés con sal y Franjas de luz.

Compré los tres tomos el sábado pasado en el recién remodelado local de la Librería Internacional en Plaza Lincoln, San Vicente de Moravia. ¢7.500 cada uno; ¡un regalo tomando en cuenta la calidad del papel, la impresión, la presentación y las fotografías.

Al puro azar leí de primero El mocho, un sabroso artículo (mezcla de cuento y ensayo) que apareció por primera vez en la sección literaria del periódico La República en julio de 1970 (¡hace 50 años y medio!). Ese espacio era coordinado por el Dr. Luis Burstin.

Don José Figueres Ferrer, con quien tuve un encuentro inolvidable en mi infancia y cuyo funeral cubrí como periodista, escribió ese texto el 17 de mayo de 1970, en la finca de Pulique Guerra, ubicada en Filadelfia, Guanacaste.

La Editorial Tecnológica se esmeró con esta publicación.

Repasemos las ocho cualidades mencionadas:

Hombre culto
En ese relato de diez páginas, el exmandatario cita a los escritores Walt Whitman, estadounidense; Homero, griego, y Carlos Gagini, costarricense, así como la obra Otelo, de William Shakespeare y al genio Leonardo da Vinci. Además al personaje Sancho Panza, escudero de don Quijote de la Mancha. El exgobernante es recordado como un gran lector, un amante de los libros.

Dado a filosofar
En El mocho don Pepe comparte algunas de sus reflexiones personales en torno a la crudeza de la vida. ¡Y eso que el Dr. Burstin le había prohibido incluir sus profundas cavilaciones en los cuentos que le enviaba!

Ameno
Da gusto leer estas diez páginas, pues en ningún momento resultan pesadas. Por el contrario, resultan entretenidas y placenteras; el autor las sazonó con detalles relevantes sobre la construcción de la Carretera Interamericana, los caminos de barro, los boyeros y los paseos a Cartago (“Era como conocer París”). Independientemente de si se está de acuerdo o no con sus ideas, ¡cuántos políticos costarricenses deberían aprender de don José Figueres el arte de no ser aburrido! Les prestaríamos más atención, sin duda alguna.

Sentido del humor
Cuenta el expresidente que el ingeniero Mario Quirós Sasso lo llamaba ingeniero Diesel. “¿Por qué?. le preguntaban. Porque ´dice él’ que es ingeniero”. Asimismo, relata que el Dr. Burstin le tenía prohibido incluir malas palabras en sus artículos. “¡Y tan bonito que es decir malas palabras!”

Conocedor de la naturaleza humana
Lo resumo con dos oraciones: “Es mucha la gente que admira lo que no entiende” y “¡Es tan escasa la lealtad cuando cambia la fortuna!”

Libro publicado por la Editorial Costa Rica en 1987y ahora incluido en las Obras completas de don Pepe.

Enamorado de la sabiduría campesina
El segundo párrafo de la página cuatro es de lectura obligatoria. Allí don José Figueres Ferrer brinda detalles acerca de la maniobra que realizan los boyeros para sacar una carreta atorada en un tronco en el barreal. Diez líneas que destilan parte de la sabiduría de esos labriegos sencillos que empuñan el chuzo y dominan el arte del timón, el barzón y las coyundas. Me deleité aprendiendo el uso de esa “doble tracción y chancha”. Leí esa lección pensando en mi hermano Alejandro Guevara y en su pasión por el mundo de los boyeros (les recomiendo seguir su página: https://www.facebook.com/BoyeoticoCR).

Abierto a aprender
Don Pepe era un observador agudo de su entorno, ya que estaba siempre dispuesto a recibir conocimiento de otros. Esta actitud queda de manifiesto en El mocho.

Contacto con la gente
De no ser así, Figueres Ferrer no habría podido contar parte de la historia del boyero David Segura, su nieta Ana Lía y el buey mocho. Me pregunto: ¿Qué tanto contacto con las personas tienen hoy los políticos costarricenses? ¿Cuánto escuchan, cara a cara, a los ciudadanos?

Todo lo que dicen diez páginas sobre don Pepe, a quien no le aplaudo todo cuanto hizo, pero aún así admiro mucho.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-DiverGente
Periodista independiente