Le invitamos a disfrutar de las esculturas de José Sancho a través de un placentero recorrido digital por 12 párrafos y 46 fotografías

Marco Monge

A los 39 años de edad, José Sancho Benito trocó las tasas de interés por el mármol; la inflación, por la piedra; el producto interno bruto, por la madera; la balanza de pagos, por el hierro, y el déficit fiscal, por el granito.

No cabe la menor duda, es un tipo de cambio.

Fue así como dejó atrás una destacada carrera como economista, que lo llevó a trabajar con el Banco Interamericano de Desarrollo, en Washington, Estados Unidos, y ocupar cargos en el Ministerio de Hacienda de Costa Rica, e incursionar en el mundo de la escultura que le deparó el Premio Nacional de Cultura Magón en el 2018.

“Estudié economía porque era lo único que podía pagar trabajando de día y estudiando de noche, pero siempre tenía la espinita, las ganas, de hacer carpintería. En el mi tallercito de mi casa hacía los muebles, los juguetes de los chiquillos. Soy un carpintero”, manifiesta.

Su primera obra, tras cambiar el escritorio por el taller, tuvo lugar en 1974: “Alacrán”, una escultura realizada con piezas de hierro que habían sido desechadas.

Este hijo de Puntarenas, en quien la vida ha tallado 87 años y quien se declara como un ser humano permanentemente disconforme, vive en Bello Horizonte de Escazú. Allí tiene la casa-estudio, un rincón rodeado por un jardín con superávit de arte. El fotoperiodista Marco Monge visitó ese espacio hace pocos días.

Resultado de esa visita, esta selección de 46 imágenes que usted recorre con la complicidad del mouse de su computadora o la destreza de alguno de sus dedos índices.

“La escultura y yo somos lo mismo”, afirma este maestro que también probó suerte con el lápiz y el pincel.

De acuerdo con José Sancho, son los mismos materiales los que le sugieren a él diversas posibilidades plásticas. También se inspira en animales: armadillos, serpientes, osos hormigueros, elefantes, antílopes, tortugas…

“Sigo siendo observador y amante de la naturaleza”, afirma quien se confiesa un apasionado de la expresión escultórica.

Esa visión tan particular del entorno ha sido disfrutada, a lo largo de los años, en Francia, Estados Unidos, Bélgica, Canadá, Alemania, Turquía y, por supuesto, Costa Rica.

Con el arte de Sancho, el mundo se ensancha.

Marco Monge es fotoperiodista.