Con más de treinta años de experiencia en la traducción de este texto sagrado, un pastor explica algunos de los retos que enfrentan quienes se sumergen en los misterios del hebreo, arameo y griego

Por José Soto

En el mes de septiembre los evangélicos en muchas partes del mundo celebramos el mes de la Biblia: todo un mes de reflexión en la importancia de este libro tan apreciado por los cristianos. Es en este contexto donde me encontré con esta interesante publicación en una de las redes sociales:

Esto lo encontré en una pequeña Biblia de bolsillo que le dieron a mi padre durante la Segunda Guerra Mundial. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Así de lejos hemos avanzado en el abandono de los valores básicos como país. Dice: “A las fuerzas armadas: Como comandante y jefe, me complace recomendar la lectura de la Biblia a todos los que sirven en las fuerzas armadas de los Estados Unidos. A lo largo de los siglos, hombres de muchas religiones y orígenes diversos han encontrado en el Libro Sagrado palabras de sabiduría, consejo e inspiración. Es la fuente de la fuerza y la máxima aspiración del alma humana. -Franklin D. Roosevelt.

De ahí rescato esto, “A lo largo de los siglos, hombres de muchas religiones y orígenes diversos han encontrado en el Libro Sagrado palabras de sabiduría, consejo e inspiración”. Por supuesto, no solo hombres, mujeres también, y quizás las más –estudios revelan que las mujeres son las que más leen la Biblia.

Encontrar sabiduría, consejo e inspiración. Personas de muchas religiones y orígenes. Esto ha sido posible debido al hecho de que la Biblia ha sido traducida en cientos de idiomas y lenguas. Los idiomas originales en los que este libro se escribió son el hebreo, el arameo y el griego.

Me inicié en este fascinante mundo de la traducción de la Biblia en 1988. Han sido unos 30 años de mucho aprendizaje y lecciones de humildad. El trabajo de traducción de este texto sagrado requiere no solamente el conocimiento de los idiomas originales, sino también de la habilidad de investigar junto al acceso a las herramientas. Una de las máximas aprendidas en traducción fue esta: traducir es traicionar. Por más diligente y aplicado que seas nunca lograrás transmitir al cien por ciento la idea del autor original, pues las palabras del idioma receptor llevan en sí mismas una carga semántica que algunas veces no concuerda con la carga semántica de la palabra hebrea o griega.

Con el afán de acercarnos lo más posible a la idea del lector se requiere entonces investigar aspectos arqueológicos, históricos, culturales, antropológicos, lingüísticos, económicos y más. Todo esto porque no estamos ante la traducción de un texto contemporáneo de un idioma a otro; es decir, no es tan fácil como ingresar el texto en el traductor de la computadora y obtener un resultado fiable. Nuestro texto data de miles de años de antigüedad, por lo que la distancia histórica y cultural con respecto de nosotros es muy grande. Por eso el traductor necesita de humildad, pues su trabajo nunca será perfecto y siempre será susceptible de mejora y cambio radical.

Quizás un ejemplo en este momento nos sea de utilidad. El lenguaje es rico en significado. El lenguaje hace uso de las palabras, pero estas no agotan el significado que una frase pueda tener en un lenguaje dado. Si digo “el café me gusta”, puedo estar refiriéndome a muchas cosas: la bebida extraída de los granos del café me gusta; el objeto tal de color café es el que me gusta. Traducir esta frase al idioma inglés, por ejemplo, ya representa un problema; mientras que en el español una sola palabra se usa con dos significados, en el inglés se requieren dos palabras –coffee, bebida de café; brown, color café. El contexto nos puede ayudar a decidir entre una u otra palabra. Pero hay ocasiones en las que el contexto no ayuda, pues la palabra o frase a traducir está sumergida en un significado que se deriva de un momento histórico cultural del escritor original. Un pasaje de la Biblia, que se encuentra en Romanos 12:20, nos servirá; traducido literalmente dice:

Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.

Ese mismo pasaje traducido de tal manera que se pueda entender el significado primario del autor, diría:

Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza.

¿Cómo se acortó esa distancia? ¿Es posible rescatar el significado original de un texto? Lo primero es establecer un texto base de traducción confiable. Lo segundo, decidir un método de traducción adecuado.

El texto base. Para lograr esto necesitamos un estudio crítico de los escritos que han dado origen a la Biblia. Es lo que llamamos crítica textual, de la cual se desprenden después otras como la crítica histórica, crítica literaria entre otras. La crítica textual es la ciencia que trata de esclarecer el sentido y la escritura original de un texto. Es decir, tratar de llegar a un texto que con la mayor probabilidad represente la idea y redacción de su autor. Su trabajo consiste en el uso de las herramientas para reconstruir el texto de la Biblia en su forma más cercana y fiel a los originales.

“La Biblia fue inspirada por Dios, no dictada”.

Esto es importante por cuanto no tenemos ni un solo texto bíblico en su estado original, sino más bien copias de estos que fueron transmitidas en diferentes formas, como manuscritos, leccionarios, traducciones, citas en documentos a lo largo de muchísimos años. La crítica textual toma todos esos textos, los estudia, los compara y luego propone un texto como el más puro cercano a los originales. Este es un trabajo de mucho compromiso y que ha llevado años, y que continúa haciéndose.

A lo largo del tiempo se fueron juntando colecciones de textos –manuscritos, leccionarios, traducciones— y diferentes traductores dieron predilección a ciertas colecciones que representaban en su época lo más cercano a un texto original. Pero con el transcurrir de los años surgen nuevos hallazgos de documentos más antiguos que esos, dando pie a nuevas investigaciones. El más importante de esos hallazgos con respecto al establecimiento de un texto crítico del Antiguo Testamento es el que se dio en las cuevas de Qumrán, cerca del Mar Muerto en 1947. Acá se descubrieron copias de casi todos los libros del Antiguo Testamento, algunos con fechas como siglo I, II y III a.C.

Se calcula que hoy tenemos más de cinco mil manuscritos y testigos textuales de cada uno de los dos testamentos que componen la Biblia, y estos han sido descubiertos en los últimos cien años. El trabajo de la crítica textual ha arrojado al día de hoy dos textos críticos que son la base de las traducciones más recientes de la Biblia. Para el Antiguo Testamento se propone el texto Biblia Hebraica Stuttgartensia –más conocido como el Texto Masorético, y para el Nuevo Testamento, Nuevo Testamento Griego Nestle-Aland.

Ahora bien, la segunda manera de acortar la distancia es adoptar un método de traducción adecuado. Existen dos maneras básicas de hacerlo, un método es el llamado traducción literal, y el otro, traducción de equivalencia dinámica.

En el primero, se traduce palabra por palabra, traduciendo siempre una palabra con la misma palabra del idioma o lengua receptora cada vez que esta ocurre. Estas traducciones son valiosas para los que gustan de estudiar la Biblia pero no conocen los idiomas originales. Le permiten al estudioso hacer referencias cruzadas, buscar contextos donde un término clave se repite, usar concordancias, hacer estudios de palabras teológicamente significativas. Pero tiene la desventaja de que no acorta distancias culturales o lingüísticas dejando muchas veces al lector muy confundido en cuanto al significado de lo que lee. Muchas veces esto lleva a lectores a interpretacionesincorrectas que llevan a formulaciones de doctrinas incorrectas.

El segundo método, equivalencia dinámica, busca como transmitir la idea o significado original de modo que sea comprensible en el idioma receptor. Recordarán ya nuestro ejemplo: literal– ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza; dinámico– harás que le arda la cara de vergüenza.

Este método requiere de una correcta y sana interpretación del texto original. Toda traducción es una interpretación, pero no puede ser una interpretación antojadiza, sino lo más científica posible. La palabra en el hebreo pueden tener diferentes significados dependiendo del contexto –una misma palabra, diferentes contextos, dan como resultado una traducción diferente pero fiel.

Otro reto en la traducción es el respeto a la forma literaria del original. Pasar de poesía hebrea a poesía en español es todo un reto de traducción. Una buena traducción intentará transmitir el significado con la misma belleza literaria del original.

De las traducciones de la Biblia en la actualidad, la Nueva Versión Internacional, representa un esfuerzo serio por lograr transmitir el poderoso mensaje de Dios con un estilo elegante, en un español moderno y a la vez dinámico.

Por último, quiero referirme a ese poder del que ya Roosevelt hacía mención en enero 25 de 1941 a las fuerza armadas durante la Segunda Guerra Mundial. La Biblia contiene palabras de sabiduría, consejo e inspiración. Algo ya reconocido por el apóstol Pablo muchísimos años antes en 2 Timoteo 3:16-17:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.

La Biblia, este libro que durante este mes alabamos y celebramos, nos es a los cristianos un regalo de Dios. Fue inspirada por Dios, no dictada. Dios eligió personas de en medio de nosotros para poner en sus corazones y mentes un mensaje fresco y actual en su debido momento. Nos toca a los traductores descubrir ese mensaje y pasarlo a la actual generación con la misma relevancia y frescura. La trascendencia del mensaje de la Biblia es sorprendente, su mensaje sigue vivo y relevante, nos sigue enseñando, nos sigue reprendiendo, corrigiendo, instruyendo en la justicia, y sobre todo, nos sigue capacitando para realizar obras de bondad que exalten el reino de Dios y su eterno amor por la humanidad.

Lic. José Soto. Pastor y traductor de la Biblia