Un vínculo constructivo con el entorno virtual es vital para evitar sentirnos abrumados en nuestra rutina diaria

Karen Acuña Picado

Cuando alguien encuentra la oportunidad de acompañar a otras personas en su aprendizaje de cualquier tema, el aprendiente debe prepararse y alistar todos los implementos necesarios para desempeñar su rol de la mejor forma. Por ejemplo, si vamos a aprender a cambiar una llanta porque se estalló, requerimos de una gata para levantar el carro, una llave de ranas y una llanta nueva.

O bien, si pensamos en las características que una persona requiere para enseñar, fácilmente podríamos mencionar un gran listado. Pero, ¿qué sucede cuando se carece de una relación sana con las tecnologías digitales?

A modo de ejemplo, desde el inicio de la pandemia los y las docentes han tenido que iniciar a concertar citas a ciegas con las herramientas digitales para tener encuentros muy cercanos que les permitan comunicarse en entornos virtuales. Tener una actitud de apertura para conocerlas, a pesar de las buenas y desafortunadas experiencias relatadas por otras personas en su misma posición, les ha permitido continuar en ese camino de exploración y apropiación.

Por lo tanto, conforme avanza el tiempo y se alimenta la experiencia, estos encuentros han generado una relación sana a largo plazo o bien, acabaron con el “romanticismo” esperado una vez que el contexto lo permitió, que en este caso fue el regreso a las aulas.

Hoy más que antes, mantener una relación sana con las tecnologías digitales es vital para evitar sentirnos abrumados por su presencia en nuestra rutina diaria.

Por lo tanto, si retomamos nuestro rol de acompañantes para que otra persona aprenda en entornos virtuales, es válido no solo considerar lo que la otra persona necesita para aprender, sino también es necesario armar nuestro propio kit que humanice y proteja nuestra convicción por enseñar.

Para empezar, es necesario ser pacientes al inicio de la exploración. Cuando exploramos puede ser que el error nos acompañe porque desconocemos hacia dónde dirigirnos para llegar al punto deseado. El error será esa brújula necesaria que nos orientará.

Además, es importante reconocer que contamos con experiencia previa. Por ejemplo, cuando tuvimos nuestro primer celular, no todos sabíamos cómo proceder para que funcionara, pero intentar varias veces nos ayudó hasta lograr hacer una llamada.

Recordemos que nuestra experiencia previa cuenta y es el trampolín necesario para entretejer lo nuevo que aprendemos.

Otro elemento que no podemos dejar por fuera, es asumir esos primeros acercamientos con las tecnologías digitales como retos y valorar el progreso que logremos reconocer conforme aprendemos.

Si en nuestro primer acercamiento solamente logramos registrarnos en la herramienta, ese es un logro. O bien, si aprendemos a compartir un documento, eso es también otro logro. Es decir, los logros estarán definidos por nuestra propia experiencia y no por la de nadie más.

Acá es importante recordar que todos tenemos conocimiento, pero en algunos momentos será insuficiente y cada paso que demos reducirá esa realidad.

Otro recurso que no podemos dejar fuera del kit, es no perder la oportunidad de contar a otras personas lo que estamos aprendiendo para fortalecer nuestro conocimiento inicial. Al compartir con otras personas lo que sabemos, será necesario recordar los pasos a seguir para transmitirlos de forma sencilla. Esas personas nos darán también sus aportes desde otra perspectiva y hará que nuestra experiencia de aprendizaje aumente su valor gracias a la realimentación recibida.

Humanizar el proceso de aprendizaje es fundamental en tiempos donde la cercanía y convivencia con los espacios virtuales es necesaria. Esto nos hará recordar que las personas que tienen la convicción de enseñar, no han tenido la oportunidad de decir no a la oleada digital con la que aún seguimos conviviendo.

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Karen Acuña Picado, es una profesional que cuenta con formación y experiencia en las áreas de preescolar, enseñanza del inglés, administración educativa y currículo. Actualmente, se desempeña como Gestora Pedagógica desde el Laboratorio de Aprendizaje de la Universidad Castro Carazo.