¿Cómo desaparecieron de la noche a la mañana los ¢10.000 que había reunido el tesorero municipal de Cañas, Guanacaste, de un siglo atrás? ¿Acaso ese funcionario se los comió en confites? No. Ya se los diré pero antes les cuento dónde leí esa historia verídica.

Encontré el relato en un ejemplar de la primera edición del libro Entre silladas y rejoyas, del lingüista costarricense Miguel Ángel Quesada Pacheco y publicado en el 2001 por la Editorial Tecnológica de Costa Rica, cuyo consejo editorial era presidido en aquel entonces por Rodrigo Carazo Odio, expresidente de la República.

Se trata de una obra que recoge textos sobre Costa Rica escritos por extranjeros que visitaron nuestro país entre 1850 y 1950, personas provenientes de Inglaterra, Alemania, Bélgica, Irlanda, Francia, Suiza, Finlandia, Estados Unidos y Colombia.

Uno de ellos fue el estadounidense Eugene Cunningham, quien nació en Helena, Arkansas, el 29 de noviembre de 1896. En 1919 trabajó como periodista para América Central de la revista inglesa World Magazine, y en 1922 publicó en Londres el libro Gypsying through Central America, del cual forma parte el relato del tesorero municipal de Cañas.

Resulta que ese hombre fue visitado un día por un comité de supervisores que viajó desde San José con el objetivo de inspeccionar las cuentas.

El funcionario atendió con toda cortesía a aquel grupo de señores; juntos revisaron las libretas que registraban de manera correcta los ¢10.000.

La situación se tornó tensa en cuanto se le pidió a ese tesorero contar el dinero delante de los supervisores. El funcionario abrió su escritorio y anunció, “con tonos angustiosos”, que el dinero había desaparecido.

Uno de los miembros de la comitiva preguntó para dónde había cogido aquella suma y esta fue la respuesta del tesorero: “Yo no les puedo mentir. Las ratas debieron habérselos comido”.

No creo que ese haya sido el primer cochinillo en la historia de Costa Rica, pero sin duda alguna se quedó corto con casos como el del Fondo de Emergencias, el Banco Anglo Costarricense, los casos ICE-Alcatel y Caja-Fischel, la trocha fronteriza, el cementazo y el caso Cochinilla, entre otros.

¡Cuán gordas deben estar las ratas!

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Periodista y consultor en Comunicación