“El fútbol es la única religión que no tiene ateos”, Eduardo Galeano

Pedro Rafael Gutiérrez Doña

Uno de los mejores mundiales de fútbol que he visto a lo largo de estos años, se desarrolló mágicamente a través de la nítida imagen digital de la pantalla del televisor.

Desde la bella ciudad firulística de Qatar, vivimos una fiesta deportiva donde participaron 32 representaciones de todo el mundo.  

El responsable de haber hecho ese sueño realidad fue el jeque catarí Tamim bin Hamad Al Thani, quien lleva el poder desde el año 2013, y que se convirtió en sucesor de su padre Hamad bin Halifa Al Thani quien gobernó desde mediados del siglo XIX.

De la mano de la FIFA, los Al Thani le dieron un nuevo brío a los campeonatos mundiales de este deporte con imponente infraestructura deportiva y tecnología de punta, a pesar de la basureada que recibieron de sectores reaccionarios por haber fraguado un cóctel antagónico entre el fútbol y la violación a los derechos humanos. 

La agenda por occidentalizar Qatar hasta ahora no ha hecho mella en el país, ni mucho menos lo hizo en el campeonato, teniendo presente que el respeto a otras culturas que no son la nuestra, es un principio de sabiduría que debemos respetar. 

Mientras esto ocurría en Doha, Ivana Knoll la guapa aficionada de Croacia, rompía las reglas de Qatar en los estadios insistiendo en mostrar sus abultados implantes de silicona en un apretado vestido roji-blanco. 

Los partidos de fútbol se juegan en una cancha, los derechos humanos se dirimen en otros estrados y bajo otros principios, pero éstos son usados muchas veces para echar al traste el esfuerzo de toda una nación. 

Finalizado el Mundial, será difícil olvidar el 7-0 propinado a Costa Rica por la selección de España

Se sumaron al boicot la cantante colombiana Shakira, así como Dua Lipa, Alicia Keys y Rod Stewart quienes no lograron ver la viga que tienen en los países donde viven, pero sí la paja en el vecino. Stewart se negó a participar en la inauguración y rechazó $1 millón para atorarnos con su tostada voz, afirmando que “no era correcto ir” cuando en el pasado él mismo participó en Dubái en 2010 y en Abu Dabi en 2017. 

En el fútbol hay que ver sin parpadear los pasos de ballet de un jugador en el aire, haciendo una ‘chilena’ en cámara lenta convertirse en gol, lo cual no es comparable jamás al hecho de pagar ‘bajos’ salarios, negar la seguridad social a los trabajadores o hacer alarde de preferencias sexuales desviadas. 

Para esto, no hay que ir muy lejos en el mapa, cuando en nuestro propio país fuimos testigos hace algunos días de la violación, abusos y agresiones físicas por parte de unos orientales a trabajadores nicaragüenses en plena Avenida Central. 

¿Y cómo olvidar el abuso y la falta de respeto a la sociedad entera, cuando Carlos Alvarado nos embarró e impuso -a la brava- la abusada bandera del arco iris en la Casa Presidencial, comprometido hasta los tuétanos con la agenda progre LGBTQIA?

Finalizado el Mundial, será difícil olvidar el 7-0 propinado a Costa Rica por la selección de España, equipo que nos superó sin lugar a dudas en técnica y actitud. Fue un inicio jamás esperado, pero superado con actitud y coraje frente a los encuentros frente a Japón y Alemania. 

Vale señalar que Costa Rica, a pesar de haber ganado solo un partido, recibió $1,5 millones solo por participar en el torneo; una suma para nada despreciable, para seguir invirtiendo en lo que será nuestra futura y prometedora selección nacional.

Argentina campeón. En el olvido aquellos malos aficionados, malos periodistas y malos deportistas que viajaron desde muy lejos para descargar su ira con ofensas e insultos, a un grupo de jóvenes soñadores que nos hicieron palpitar con un solo corazón.

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Pedro Rafael Gutiérrez Doña. Periodista.