En un mundo en el que resulta vital darse a entender con claridad, vale la pena tener presente algunas claves de redacción de una escritora húngara que era toda una maestra en el difícil pero apasionante arte de transmitir

José David Guevara Muñoz

Trátese de artículos de opinión, columnas, réplicas, derechos de respuesta, blogs, comunicados, circulares, boletines, reportes, actas de junta directiva, noticias, crónicas, discursos, prólogos, cuentos o novelas, vale la pena tomar muy en cuenta 12 excelentes hábitos de redacción de la escritora húngara Agota Kristof (1935-2011).

Se trata de la autora de las novelas Claus y Lucas, Ayer y La analfabeta, entre otras obras. Leí las dos primeras historias entre el 22 de abril y el 8 de mayo del presente año, lo cual aproveché para extraer las recomendaciones puntuales que comparto aquí.

Por supuesto que no todos estos consejos pueden aplicarse de manera indiscriminada a los distintos tipos de textos que mencioné en el primer párrafo de este artículo, pero sí son útiles en muchos de los casos.

Primero. Use frases y oraciones cortas. Agota Kristof solía empezar los capítulos de sus novelas con oraciones de entre cuatro y diez palabras. Al grano. Sin rodeos. Cero uso de estructuras complejas para los lectores. Entre más larga una oración, más fácil enredarse en los hilos de sus vocablos. Esta escritora tiene frases de solo tres términos, “Adultos y niños”; dos, “Hay muchos” y uno, “Entramos”. ¡Imposible perderse en sus textos.

Segundo. Recurra a los párrafos breves. Facilítele la tarea a los lectores. No atormente a su público con párrafos de media o una página. Párrafos de una, dos o tres líneas eran frecuentes en los relatos de esta autora húngara. Un bloque de texto corto, invita a leer; uno extenso, luce pesado y ahuyenta.

Tercero. Los capítulos cortos resultan seductores. Por ejemplo, el que lleva por título “La lluvia”, en la novela Ayer: apenas diez párrafos. ¿Por qué decir con 1.000 palabras lo que bien puede expresarse con 500? Escribir no es el vicio de explayarse y tratar de contarlo todo, sino el arte de seleccionar lo sustancial y discriminar lo accesorio.

Cuarto. Desarrolle solo un tema por capítulo, columna, artículo de opinión, boletín, discurso… Un buen texto no es una bodega de palabras donde se amontonan las ideas. Defina el norte antes de sentarse a redactar y no pierda el rumbo en el título, el primer párrafo, el desarrollo y el final. El asunto central debe estar presente en todos los eslabones.

Quinto. Sorprenda al lector. No permita que a su público le dé sueño por culpa de transitar sobre una pista de palabras en eterna y tediosa línea recta. Sorpréndalo con curvas peligrosas, puentes angostos y sin barandas, bifurcaciones con muchas señales de tránsito. Agota Kristof sabía como impedir que sus lectores se durmieran o perdieran interés; en sus escritos hay sorpresas, golpes, gritos, alarmas, saltos al vacío, situaciones inesperadas que abofetean a quien empieza a cabecear. Perder el interés de los lectores es lo peor que puede pasarle a un texto.

Sexto. No agregue detalles o elementos innecesarios. Distraen. Desenfocan. Estorban. Son piedras de tropiezo. Los párrafos de Kristof son breves porque se trata de maletas literarias en las que ella “empacaba” única y exclusivamente los vocablos, descripciones, diálogos y situaciones estrictamente indispensables.

Sétimo. Juegue con las palabras. ¿Notó que Claus y Lucas son dos nombres que se escriben exactamente con las mismas letras? Escribir es también entretener y deleitar. Lo profundo y riguroso no riñe con lo ameno y lúdico.

Octavo. Los diálogos tienen que ser puntuales. No abuse de ellos. No los convierta en un recurso para la verborrea o la incontinencia verbal. Las conversaciones entre los personajes de Kristof son ejemplares en este sentido. Al pan, pan, y al vino, vino. ¡Da gusto seguir tertulias de este tipo!

Noveno. Enfóquese en los hechos. No divague. Comparto una cita de la página 34 de Claus y Lucas: “Las palabras que definen los sentimientos son muy vagas; es mejor evitarlas y atenerse a la descripción de los objetos, de los seres humanos y de uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos”.

Décimo. Déle sentido humano al texto. ¿Cómo? Incorporando sentimientos, reacciones y pasiones como crueldad, maldad, miedo, violencia, mentira, ternura, solidaridad, cinismo, gusto por el escándalo, etcétera. No hay capítulo en las novelas de Agota Kristof que no tenga presente este tipo de elementos.

Undécimo. Sume también los grandes temas de la humanidad: Dios, deseo sexual, guerra, revolución…

Duodécimo. Apele a todos los sentidos. El lector tiene que ver, oler, oír, tocar y saborear. “Ahora tenemos un olor mezcla de estiércol, pescado, hierba, setas, humo, leche, queso, barro, porquería tierra, sudor, orina y moho”, escribió Kristof. Un párrafo vivo, sin duda alguna.

A lo largo de una carrera periodística de 35 años, son muchos los escritores cuyos secretos de redacción he tratado de desentrañar para aprender de ellos; un apasionante proceso de nunca acabar.

Miguel de Cervantes, Virginia Woolf, Julio Cortázar, Franz Kafka, Juan Rulfo, Mary Shelley, Antón Chéjov, Carson McCullers, Umberto Eco, Carlos Salazar Herrera, Carlos Luis Fallas, Fabián Dobles, Carmen Lyra y muchas otras plumas privilegiadas me han revelado o sugerido -a través de sus escritos- algunas de sus claves para tratar de seducir a los lectores.

Ese es parte del conocimiento que comparto en los cursos de redacción que ofrezco tanto a nivel grupal como individual. ¿Le interesa escribir mejor? Me gustaría ayudarle en esa empresa; póngase en contacto conmigo por medio del correo josedavidgm2020@gmail.com

Le aseguro que tengo para usted más de 12 consejos para escribir y comunicar mejor. En este campo, Kristof no se Agota.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista con 35 años de experiencia
Asesor en comunicación