Gente-diverGente publica el artículo ¿Para qué sirven los partidos políticos protestantes? como un tributo a la memoria del
Dr. Juan Stam (1928-2020), quien falleció
el sábado anterior.
Un teólogo nacido en EE. UU. pero
naturalizado costarricense.
Un ser humano que discrepaba con inteligencia, argumentos, sentido del humor,
firmeza y respeto

Lo primero que uno encuentra cuando ingresa al sitio de Juan Stam en Internet, es una oración keniana que dice así:
“De la cobardía que no se atreve a enfrentar nuevas verdades,
De la pereza que se conforma con medias verdades,
De la arrogancia que cree que conoce toda la verdad,
Buen Señor, líbranos”
.

Este hombre, nacido en Peterson, Nueva Jersey, vivió en Costa Rica desde 1954 en compañía de su esposa Doris Emanuelson, un matrimonio que tuvo tres hijos.

Cursó los estudios doctorales en la Universidad de Basilea, Suiza, en donde se graduó en 1964. Allí fue compañero de Karl Barth (1886-1968), reconocido como uno de los pensadores cristianos más brillantes del siglo XX.

Barth fue expulsado de Alemania en 1934 debido a que se negó a jurar lealtad a Hitler. Asimismo, fue el autor principal de la Declaración de Barmen, en la que la Iglesia Confesante rechazó los intentos nazis por introducir su filosofía en la iglesia alemana. Una voz divergente.

El Dr. Juan Stam realizó estudios post-doctorales en la Universidad de Tubinga, Alemania, donde fue alumno del teólogo suizo Hans Küng (1928), famoso por su postura contra la infalibilidad papal.

Küng fue una voz crítica e incómoda para el Vaticano durante el papado de Juan Pablo II, pues cuando este publicó la enciclíca El Evangelio de la vida (las posiciones de la Iglesia respecto a la moral sexual, la anticoncepción y el aborto, el suizo señaló que el Papa revelaba así su carácter autoritario y su negativa al diálogo con el mundo moderno. Otra voz divergente.

Stam, un estudioso del Apocalipsis (último libro de la Biblia) participaba en los desfiles de los trabajadores cada 1º de mayo, así como en otras marchas a las que asistió como parte de su respuesta a una pregunta que se hacía insistentemente: “¿Dónde estamos como cristianos?”

¿Para qué sirven los partidos políticos protestantes?

Por Juan Stam (*)
(publicado el 27 de enero del 2018)

Martín Lutero dijo una vez que preferiría ser gobernado por un turco competente que por un cristiano incompetente. Hoy podríamos decir que para gobernar, es mejor un ateo honesto que un protestante corrupto (los hay), mediocre o confundido (también los hay, y muchos). Ser “cristiano” y ser estadista y buen gobernante no siempre coinciden.

¿Qué significa ser “un diputado cristiano”? No basta con sólo ser miembro de una iglesia protestante, o hasta pastor. Un verdadero cristiano es un discípulo, un seguidor de Jesucristo hasta las últimas consecuencias. Ser realmente cristiano en el terreno político significa luchar a favor de la visión bíblica de justicia, igualdad, amor y vida digna para todos. Significa luchar contra el prejuicio, la corrupción y la violencia, en todas sus formas. ¿Habrá uno solo de nuestros políticos “evangélicos” que esté comprometido con ese proyecto cristiano? Por eso prefiero hablar de “partidos protestantes” en vez de cristianos o evangélicos. Por sus frutos los conoceréis, dijo Jesús, y no por su retórica ni su afiliación eclesiástica. En su comportamiento político estos partidos suelen estar muy lejos de poder llamarse cristianos o evangélicos.

He conocido diferentes partidos protestantes de Centroamérica, y ninguno ha tenido una teología bíblica y cristiana de la tarea política. Parecen ignorar el significado político de la teología de la creación, el mensaje bíblico del Año de Jubileo, y la ética social de los profetas hebreos, de Juan el Bautista y de Jesús. Aun entre los que se llaman “pentecostales”, pocos toman en serio el modelo pentecostal de vida comunitaria, donde tenían todas las cosas en común y “nadie decía ser suyo propio nada de lo que tenía” (Hch 2:44; 4:32). El mensaje político de la Biblia es sumamente profundo y radical, pero en cuanto a estos partidos, no tiene nada que ver. Por eso, tampoco ofrecen algún programa integral o alguna alternativa al oficialismo del momento, porque no son suficientemente cristianos, evangélicos y bíblicos. Su fracaso peor es su fracaso teológico.

Algo muy peculiar de estos partidos es que ignoran por completo la clásica doctrina evangélica de separación de iglesia y estado. Su error es doble: malentienden la relación entre fe y política y malentienden también la relación entre la iglesia y el estado. En Costa Rica, esto nos ha llevado a la increíble anomalía de un partido protestante que defiende a capa y espada el estado confesional católico de la nación. Esas son contradicciones del tamaño de cualquier megaiglesia.

En realidad, la agenda de estos partidos es muy limitada. En primer lugar está defender los intereses de sus iglesias, por lo que tienden a ser muy sumisos a las autoridades nacionales en el poder. En segundo lugar están ciertos temas sexuales, sobre todo aborto y homosexualidad, manejados muy superficialmente y con un fanatismo que ayuda a consolidar su bloque electoral protestante. El primer objetivo es una especie de egoísmo colectivo que no justifica su presencia en el gobierno, y para el segundo objetivo hay otros que promueven vigorosamente esas causas sin necesidad de partidos y diputados protestantes.

Estos realmente no son partidos cristianos ni evangélicos, sino partidos sectaristas. Sus diputados quedan electos porque hay una población protestante suficientemente grande para votar monolíticamente por ellos. Pero si un cristiano o una cristiana tiene una visión para el país y quiere servir a la patria, debe lanzarse de candidato en uno de los partidos nacionales y competir electoralmente con los demás aspirantes. Con los diputados protestantes que hemos tenido, lo más seguro es que ni llegan a postularse, mucho menos quedarían electos. Y qué bueno sería que tuviéramos auténticos cristianas y cristianas, competentes y bien informados, presentes como levadura y semilla en los clásicos partidos del país.

Es claro que nuestros países necesitan urgentemente una voz profética y un aporte cristiano a la política. Pero no lo van a recibir de estos partidos sectarios seudo-evangélicos. Estos partidos son un anti-testimonio.

En resumen, para responder a nuestra pregunta:

¿Para qué sirven los partidos políticos protestantes?

La respuesta es fácil. Sirven para elegir diputados protestantes.

¿Y para qué sirven esos diputados protestantes?

¡Buena pregunta!

(*) Juan Stam obtuvo el bachillerato en Historia y la maestría en Nuevo Testamento en la Universidad de Wheaton, Illinois; el bachillerato en Teología en el Seminario Teológico Fuller. Entre 1957 y 1961 cursó estudios de literatura y filosofía en la Universidad de Costa Rica. Se graduó como doctor en Teología en 1964, en la Universidad de Basilea, Suiza. Realizó estudios post-doctorales en la Universidad de Tubinga, Alemania.