“Nos gusta aprender, con historias y acontecimientos que se resuelven de diferentes formas, pero siempre desafían nuestra mente. El narrador de historias que llevamos dentro está constantemente latente”

Por Karina Salguero (*)

Ese agujero de realidad paralela y aumentada por la que caía Alicia, la protagonista del libro Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, es quizá la mejor alegoría que encuentro para describir el presente de nuestro planeta.

La única diferencia es que para nosotros no fue un salto sino una caída, y caímos juntos, de continente a continente, solo separados por días, pero casi sin excepción, íbamos precipitándonos, como en una gran avalancha.

Y allí estamos, en el fondo de la madriguera, activando el botón de la supervivencia, pero sin la mínima duda de que vamos a salir. Solo que hay un detalle ineludible, que sin ánimo de arruinar la lectura a quien no lo ha leído leído el libro, se debe recordar, porque al salir: Alicia ya no era la misma.

Así nos gusta aprender, con historias y acontecimientos que se resuelven de diferentes formas, pero siempre desafían nuestra mente. El narrador de historias que llevamos dentro está constantemente latente y más que nunca recurrimos a lo que en técnicas de innovación llamamos storytelling.

Como dignos habitantes del reino animal, tenemos la capacidad y la programación para transmitir conocimiento a través de relatos, algunas personas desarrollan mejor esto y lo convierten en talento, pero está en todos y todas la virtud de la enseñanza para asegurar sociedades.

Y quizá eso es lo que deberíamos estar haciendo en esta estancia forzada en el país de las maravillas, que de maravilloso tiene poco y de hiperreal lo tiene todo. Contundentemente, deberíamos aceptar y capitalizar los cambios en la manera en que aprendemos, e intentar dar un giro a tantos ensayos para rediseñar nuestras lógicas de aprendizaje. Esta situación pandémica nos obligó a hacerlo, y si volvemos atrás, estaremos perdiendo la oportunidad de transformar y transformarnos.

Es indiscutible el papel que juegan los centros de enseñanza en la posibilidad de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y es indiscutible también, que cuanto mayor acceso a la información tenga un ser humano, mejores herramientas posee para enfrentar su futuro.

Sabemos que los modelos de educación deben alimentarse y adaptarse con los tiempos, y que esta crisis evidenció el rezago. Si bien la tabla de salvación han sido las nuevas tecnologías (que nunca fueron nuevas), tenemos que involucrarnos todos en estos procesos. Y esto no solo es nacional, es mundial. 

“Al salir de la madriguera, solo recordemos qué nos hizo fuertes, la respuesta es la solidaridad, la esperanza, el amor, el intercambio de conocimiento y la capacidad de adaptación. Cinco motores estratégicos capaces de activar una economía basada en la colaboración”.

Karina Salguero, filóloga, comunicadora y escritora

En este nuevo entorno, los centros educativos se vislumbran cada vez menos como espacios de aprendizaje integral y cada vez más como guarderías para que el encadenamiento de la fuerza laboral no se interrumpa. En esto no hay malo y bueno, pero sí muchas oportunidades de mejora. Hay que pensar qué debe ser presencial y qué debe ser virtual y reformatearnos. La narrativa ha cambiado para todos los sectores, empezando por la educación.

Lo que es claro es que nos gusta aprender diferente, cada vez hay más recursos y siempre queremos explorarlos. Ahora mismo el audiovisual ha potenciado las posibilidades. Pero cuáles son las lecciones aprendidas: ¿cómo se revoluciona la educación?

Seguro habrá muchas formas, pero la única que demuestra desafiar a los estudiantes es por medio de la creatividad y la innovación. Así como el relato de Alicia con el que inicia este texto, el sector creativo potencia las estrategias de todas las disciplinas y sectores, pero especialmente el aprendizaje.

El sector creativo resuelve problemas, genera oportunidades, dinamiza economías estancadas, revierte paradigmas obsoletos, refresca mercados. No puede ser sustituido por una máquina, pero puede diseñar las máquinas que mejoren nuestras condiciones de vida.

Al salir de la madriguera, solo recordemos qué nos hizo fuertes, la respuesta es la solidaridad, la esperanza, el amor, el intercambio de conocimiento y la capacidad de adaptación. Cinco motores estratégicos capaces de activar una economía basada en la colaboración.

Tal como lo hacíamos en lo profundo de la madriguera, al consumir con propósito social, al competir sin conquistar, al cambiar el paradigma del monopolio por un tejido comercial sostenible, al crear nuevas oportunidades de negocios, al modificar nuestros programas de aprendizaje, cambiamos para siempre las reglas del juego del mercado.  Al salir, por qué no pensarnos prósperos y colectivos, ya lo ensayamos durante un año.

Quiero decir también, que me gustan los títulos cortos, pero las obras del escritor Lewis Carroll nunca fueron limitadas por una imprenta. Citarlo en el título del artículo, y procurar que se entienda, sin que eso implique desafiar el diseño editorial, es imposible, pero olvidarlo sería una verdadera tragedia. Pues no hay cómo hacerlo, aunque nos gobierne una hoja electrónica sabemos cómo se concluye un buen cuento: metiéndose por otro huequito, para que me contés otro.

Así es la lógica del sector de la innovación, no busca la disrupción, solo disrumpe. La ciencia se pregunta ¿por qué?, mientras los sectores creativos responden: ¿por qué no?

(*) Karina Salguero es filóloga, comunicadora, escritora y fiel creyente en temas de ciudad, innovación, objetivos de desarrollo social e industria creativa. Ha trabajado en sector público, privado, fundaciones sin fines de lucro. Tiene un MBA ejecutivo de Incae y actualmente trabaja en el Teatro Nacional.