La existencia no es cantidad, es cualidad, pero estamos acostumbrados a vivir obsesionados con la cuantificación, y perdemos de vista lo esencial

“Hay personas que tienen ojos para ver el mundo y otros que tienen espejos para verse reflejados en el mundo”, Fritz Perls, médico neuropsiquiatra y psicoanalista

Jorge A. Rodríguez Soto

Al ver la lluvia, ¿qué vemos? A cada momento todo es diferente, único e irrepetible, nunca se van a encontrar las gotas organizadas de la misma manera dos veces, nunca veremos la misma gota dos veces, siempre son diferentes, siempre cambian, aun así, la lluvia siempre es la misma.

Encuentro en ese ejemplo la naturaleza del tiempo y la vida, algo que es diferente, único e irrepetible a cada instante, pero siempre es lo mismo a la vez, fluye constantemente, cambia continuamente, pero siempre es.

Lo primero que alguien puede pensar es que algo que cambia y algo que es lo mismo no pueden coincidir, pero la contradicción es solo de palabra, no de hechos. Palabra e intelecto solo son capaces de revelar partes, nunca un todo y las partes nunca reflejan la plenitud, hay una gran diferencia entre conocer y apreciar. Lo que ha llevado a muchos sabios y filósofos a decir que no podemos acceder a la verdad.

Ante esto yo me cuestiono, ¿somos incapaces de acceder a lo que es? La verdad, no lo creo, somos incapaces de conceptualizar lo que es, somos incapaces de denigrar la verdad al ámbito de la palabra, pero somos capaces de vivenciar lo que es, como experiencia y como vida, no como teoría. Recordando el decir del médico neuropsiquiatra y psicoanalista, Fritz Perls: “hay personas que tienen ojos para ver el mundo y otros que tienen espejos para verse reflejados en el mundo”.

Todo constructo conceptual es una proyección de la mente sobre el mundo, llámesele como se le llame y sin importar sus orígenes epistemológicos. Utilizarlos es inevitable, pero solo teniendo conciencia de su superfluidad podemos acceder al plano de la vida, y llegar a la religiosidad, diferente de religión, como actitud de vida. Las contradicciones solo existen en el nivel de la proyección sobre el mundo, no en lo que verdaderamente es.

A veces me cuestiono si realmente el ser humano ha avanzado o retrocedido en su entendimiento de la vida. Esta cuestión surge para mí, por ejemplo, al recordar el umuntu, nigumuntu, nagamuntu, que proviene de tribus africanas y es para ellos sabiduría antigua, significa algo como yo vivo si tú vives, yo soy si tú eres.

Me permito plantear una pregunta sencilla para ilustrar mi punto: ¿cuántas vidas existen? Lo más intuitivo por responder millones, incontables… pero si regresamos sobre la trayectoria de la vida descubrimos algo que nos puede resultar desconcertante.

En el origen tuvo que haber uno o unos pocos organismos que estuvieron vivos, y la vida solo procede de la vida, por lo tanto, estos primeros organismos se reprodujeron durante millones de años hasta alcanzar los números actuales.

Pero entonces qué es la vida, en teoría nada puede multiplicarse por arte de magia, es una ley de la física: nada se crea ni se destruye, solo se transforma. ¿Cómo una vida puede originar un montón más? ¿Cómo puede multiplicarse casi por arte de magia y sin limitación?

La respuesta en realidad es simple, la vida no es cantidad, es cualidad, pero estamos acostumbrados a vivir obsesionados con la cuantificación, y perdemos de vista lo esencial. El mismo razonamiento aplico a los casos del día a día, pensamos demasiado en términos cuantitativos, y poco en términos cualitativos. Me parece tristemente cierto al pensar en relaciones personales.

Ocasionalmente, me gusta preguntar a las personas si tienen amigos, pareja o familia, y la respuesta común es sí. Lo hago solo para decirles que se equivocan, o solicitarles que me enseñen títulos de propiedad para corroborar. Las relaciones personales no son una cuestión de tener, sino de ser, esto lleva a dos malentendidos.

Primero, la gente cree que sus allegados le deben, en un sentido casi contractual, incluso reclaman esa deuda o cortan relaciones si no es pagada. Segundo, no comprenden la gratitud que debería tenerse respecto a esas relaciones.

Por un lado, quienes son nuestros amigos deciden serlo porque nos valoran, y eso habla bien de nosotros; por otro, se trata de una gracia que se otorga, sin contrato o deuda, es un regalo, y debe valorarse de esa forma. Volver las relaciones asuntos de tener, implica olvidar lo que las vuelve especiales en primer lugar.

La génesis de todo esto está en el no diferenciar a los demás o al mundo de nuestros pensamientos sobre ellos.

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Jorge A. Rodríguez Soto. Economista, escritor e investigador científico independiente. jorgeandresrodriguezsoto@gmail.com