Resulta seriamente preocupante que se silencie a las opiniones divergentes. Necesitamos diálogo social no monólogo social

Jorge A. Rodríguez Soto

Elijo el título de este artículo en buena medida como reconocimiento al lingüista neerlandés Teun Van Dijk (1943) y su exhaustivo trabajo en el análisis del discurso y las relaciones de poder desde una perspectiva interdisciplinaria. Precisamente, el tema que quiero tratar está asociado a esto, en un contexto nacional en el cual se observan fenómenos francamente preocupantes.

Los estudios del discurso son bastante recientes en relación con otras ramas de las ciencias sociales y humanas, aún más recientes son los estudios críticos del discurso.

Los seres humanos, como seres sociales que somos, tenemos capacidades comunicativas propias de nuestra especie. Estas se agrupan, en la psicología social y cognitiva, bajo la denominación de cognición social. En general, suele tratarse de procesos de apariencia sencilla, como la atención compartida o la intención compartida, pero que en realidad son capacidades que permiten orquestar acciones conjuntas realmente complejas, como ninguna otra especia conocida.

Como se mencionó, se trata de capacidades heredadas genéticamente desde hace mucho tiempo, pero que en la sociedad actual adquieren dinámicas completamente distintas por el rol que juega la tecnología.

Los medios de comunicación y redes sociales permiten una interacción bastante diferente, y, por supuesto, esto se extiende de manera multinivel, afectando desde los procesos cognitivos hasta los políticos y económicos.

Tampoco se quiere decir que la atención mediática controle el pensamiento de las personas, pero sí sobre qué ejes temáticos piensan. Ofreciendo de paso una sugerencia interpretativa de lo presentado, que luego es procesada, aceptada o rechazada, desde las estructuras y modelos mentales particulares de cada quien.

Lo cierto es que nadie puede tener conocimiento profundo sobre todas las cosas, o el interés por adquirirlo, lo que da relevancia a los enfoques e interpretaciones presentados.

Actualmente, expresar públicamente una opinión que contradiga al Gobierno es sinónimo de “prensa canalla”, y vale el ataque en redes sociales de muchos seguidores enardecidos.

La cognición evalúa las historias por su consistencia y coherencia narrativa, es decir, por su apariencia de verdad; no por su veracidad, sino por verosimilitud.

La unanimidad no existe, ni siquiera entre expertos, por lo que si se presentan historias que parecen ser narrativamente correctas, es probable que quienes no tienen criterio o conocimiento profundo del tema terminen por aceptar la versión ofrecida. Y, otra de las características de nuestro aparato cognitivo, es aferrarnos a una historia que ya hemos aceptado como correcta.

Me parece que esto hace un llamado a la divergencia y apertura a escuchar versiones diferentes a las que creemos; también es un llamado a quienes presentan públicamente sus opiniones e ideas. Esto se me hace patente en un momento político y social de gran antagonismo a nivel mediático, donde me resulta seriamente preocupante que se silencie a las opiniones divergentes. Necesitamos diálogo social no monólogo social.

Actualmente, expresar públicamente una opinión que contradiga al Gobierno es sinónimo de “prensa canalla”, y vale el ataque en redes sociales de muchos seguidores enardecidos. Tampoco hay que negar que en ocasiones estos señalamientos tienen algo de verdad. El problema está en la no discriminación, en que a cualquiera que diverge se le considere mal intencionado y se atribuyan a esto intenciones económicas o políticas ulteriores.

Todos tienen derecho a una opinión, por fundada o infundada que sea, me preocupa que se silencien estas opiniones.

Nadie debería de temer comunicar sus ideas, o caer en un derrotismo a priori, asumiendo que simplemente no será escuchado. Quienes comunican deben tener valor para expresar lo que creen, y para no expresar lo que no creen, sin caer en batallas y resentimientos.

Para quienes reciben la información, humildad, para reconocer que no es un experto en todo, no es posible tener criterio definitivo; entender que entre más sabemos, más descubrimos el poco criterio que tenemos. Necesitamos volver a divergir y discutir, para luego poder construir.

Otros artículos del mismo autor:
Desarrollo y utopía: Una cuestión de tiempo
El origen de la ciencia

Algunas notas para una vida más plena

Jorge A. Rodríguez Soto
Investigador científico, economista y escritor independiente
jorgeandresrodriguezsoto@gmail.com