Fue un viernes por la noche, de hace ya varios años, cuando recibí una llamada telefónica de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia (cuyo nombre me reservo).

El juez estaba molesto pues se sentía perjudicado por una información que habíamos publicado en el periódico El Financiero (el cual dirigí entre abril del 2010 y junio del 2020).

No era toda la nota, el título o el enfoque lo que lo enojaba, sino un párrafo breve en el que se consignó un antecedente sobre un caso en el que él había sido cuestionado años atrás pero luego absuelto de toda responsabilidad.

“Exijo una rectificación por parte del periódico”, me dijo al otro lado de la línea.

Le expliqué la importancia de los antecedentes en el periodismo: brindarle a las audiencias elementos importantes que permitan contextualizar la información, y le dije que no procedía una rectificación de parte nuestra pues el párrafo en cuestión no era falso ni inexacto.

“¿Entonces qué puedo hacer?”, preguntó. “Le recuerdo que tengo derecho a una réplica”, agregó.

“Tengo eso claro -manifesté- y si nos envía un artículo de esa naturaleza le daremos prioridad, pero si usted me lo permite me gustaría darle mi opinión”.

El magistrado accedió y acto seguido le sugerí no publicar nada, dejar el asunto del tamaño en que estaba; después de todo, el mencionado antecedente no había provocado reacciones, levantado roncha ni despertado fantasmas.

“Publicar un derecho de respuesta o una réplica significa darle mucha importancia a un detalle que ni siquiera es el centro de esta información, lo cual podría generar reacciones morbosas de parte de personas que no leyeron la nota que publicamos o ni siquiera repararon en el antecedente”, expresé.

Un poco más tranquilo, el juez me dijo que le parecía interesante lo que le estaba planteando y me pidió unos minutos para pensarlo y llamarme de nuevo.

Me llamó al cabo de unos quince minutos y me dijo que estaba de acuerdo en no hacer las cosas más grandes de lo que eran. Además, me agradeció el consejo.

Comunicar es también sopesar, analizar posibilidades, preguntarnos (en caliente) y respondernos (en frío) si no estaremos sobrerreaccionando, sobredimensionando determinada situación.

Hay ocasiones en las que comunicar es ser comedido, callar.

Segundo artículo de la nueva sección ComunicANDO, en el sitio Gente-diverGente, cuyo contenido consistirá en reflexiones sobre el complejo arte de la comunicación (en el cual nadie tiene la última palabra). Compartiré con ustedes conocimientos, aprendizajes y experiencias acumulados a lo largo de una trayectoria periodística de 33 años en Grupo Nación, cuya etapa más enriquecedora tuvo lugar entre el 8 de abril del 2010 y el 30 de junio del 2020, cuando me desempeñé como director del periódico El Financiero.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente

Exdirector del periódico El Financiero
Periodista y consultor en Comunicación