Construir espacios justos en los que se promuevan una distribución equilibrada de las labores en el hogar debe ser una prioridad en tiempos de crisis

Arianna Ortiz Solano

Históricamente, la crisis producida por causa de una pandemia, ha acrecentado las desigualdades de género y, por lo tanto, ha afectado de forma diferente a hombres y mujeres (PNUD, 2020 citado por INAMU, 2021).

La pandemia de la COVID-19 no ha sido la excepción. Las desigualdades respecto al papel de las mujeres en sus familias, se manifiestan en los múltiples roles que ellas deben desempañar todos los días, como resultado de las medidas establecidas por el gobierno asociadas con la educación bimodal, el teletrabajo y los ajustes económicos.  

En este momento, hay muchas mujeres haciéndole frente a varias tareas simultáneamente. Ellas realizan teletrabajo y supervisan a sus hijos o hijas, hermanos o hermanas mientras reciben las lecciones a través de un dispositivo electrónico.

Además, se encargan de cocinar el almuerzo, preparar la lista del supermercado y limpiar la casa. Si el tiempo lo permite, podrán conversar con una amiga del agotamiento emocional y físico que sienten, o bien estarán revisando las redes sociales mientras alimentan a la mascota de la casa.

Tal vez este escenario parezca exagerado, sin embargo, no lo es. La Universidad de Costa Rica realizó un estudio al inicio de la pandemia producto de la COVID-19 sobre el involucramiento parental educativo con una muestra de 867 personas, de las cuales un 87,7% eran mujeres.

Esta carga desproporcionada que deben asumir las mujeres, refleja, una vez más, las condiciones de desventaja en la que se encuentran las mujeres cuando se trata de realizar labores en el hogar. 

A nivel social, se espera que las mujeres estemos al pendiente de otras personas. Prácticamente nos encargan la responsabilidad de cuidar a otros y otras antes que a nosotras mismas.

Y esto no quiere decir que acompañar a otras personas en su proceso de desarrollo esté mal, sino que es necesario promover un equilibrio entre nuestro bienestar y el de otras personas. Esto porque atender tantas funciones de forma simultánea, conlleva un sacrificio alto en el tiempo que las mujeres pueden dedicar para ellas mismas.

Por lo tanto, ocurre un detrimento en su salud física y mental, al descuidar su rutina de sueño, alimentación balanceada, tiempo para realizar actividad física y algún pasatiempo.

Destine espacios en su rutina diaria, semanal o mensual para el esparcimiento físico y mental.

Con base en el panorama antes descrito, le invito a reflexionar ¿Cuál es su nivel de involucramiento con los cambios suscitados producto de la pandemia en términos educativos y domésticos que se han dado en su hogar? ¿Usted asume que las personas que se encuentran más tiempo dentro de la casa deben atender todas o la mayoría de las tareas? ¿Usted se justifica constantemente para evadir responsabilidades colectivas?

Estas preguntas nos recuerdan el valor de repartir de forma equitativa las tareas familiares y de esta manera, sustituir la responsabilidad individual por una corresponsabilidad.

Construir espacios justos en los que se promuevan una distribución equilibrada de las labores en el hogar debe ser una prioridad en tiempos de crisis. Esto permite en alguna medida aminorar los efectos negativos que está teniendo la pandemia en nuestras vidas.

A continuación, les comparto algunas ideas para hacer esta distribución equitativa y justa.

  • Elabore una lista de las tareas que deben ser atendidas en la casa, tanto a nivel educativo como doméstico. Realice una distribución de las labores entre los miembros de la familia, incluya a las personas menores de edad también. Todas las personas pueden realizar su aporte, independientemente de su edad. 
  • Destine espacios en su rutina diaria, semanal o mensual para el esparcimiento físico y mental.  El tiempo libre es tan importante como tomar un baño, dormir y comer.
  • Busque redes de apoyo. Puede encontrar acompañamiento con familiares, amistades, personas cercanas e instituciones que le orienten sobre salud mental y física. Así como acerca de los cambios en términos pedagógicas y domésticos que ha ocasionado la pandemia.

Finalmente, a propósito de la celebración del 10 de octubre como fecha que nos recuerda la importancia de la salud mental, todas las personas debemos hacer una inversión de energía y de recursos en el fortalecimiento emocional.

Desde luego, hago un señalamiento puntual para nosotras las mujeres en aras de poner más atención a la calidad y la cantidad de tiempo que invertimos en nosotras mismas, en lo que nos gusta y necesitamos, en aquello que nos conecte con paz, felicidad y tranquilidad. 

Referencia:
INAMU (2021). Afectaciones del COVID-19 en la vida de las mujeres en Costa Rica. San José: Instituto Nacional de las Mujeres.

Arianna Ortiz Solano tiene una Licenciatura en Psicología por la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es estudiante de la Maestría en Psicopedagogía de la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología y se desempeña como Directora de Permanencia Estudiantil en la Universidad Castro Carazo.