¿Cuántos de los nueve criterios que utilizan los psiquiatras estadounidenses para detectar desórdenes mentales se reflejan en la personalidad del actual presidente de los Estados Unidos?

¿Habrá sido obra de la casualidad o un capricho de la experimentada psiquiatra francesa, Marie-France Hirigoyen (1949), que el primer capítulo de su libro Los narcisos han tomado el poder esté dedicado al actual presidente de los Estados Unidos?

¡Para nada!

“El narcisismo patológico de Donald Trump” es el título del tema que la también psicoanalista y psicoterapeuta de familia desarrolla en 33 páginas de esta obra publicada por el sello español Paidós.

La verdad es que el mandatario número 45 del país del Tío Sam ha sumado sobrados méritos -a lo largo de su vida, pero en particular en los últimos años y, en especial, en los más recientes días- para ganarse ese lugar de privilegio editorial.

Del liderazgo tóxico de quien ahora se niega a reconocer una apabullante derrota electoral y democrática dan cuenta los autores de otros libros.

Entre ellos, John Bolton, exconsejero de Seguridad de los Estados Unidos, quien en su libro La habitación donde sucedió (editorial Espasa) retrata la enfermiza vanidad de Trump, rasgo que pesa más que la diplomacia y las buenas formas en la personalidad de ese político que encarna el afán destructivo que impera en la red social Twitter.

Hay que sumar a Bob Woodward, editor adjunto del periódico The Washington Post e integrante del equipo periodístico que mejor desnudó el escándalo Watergate (que obligó a Richard Nixon a renunciar a la presidencia estadounidense el 8 de agosto de 1974).

En su libro Miedo, habla del ya casi exgobernante, como “un líder volátil, impredecible y emocionalmente alterado”.

Asimismo, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, profesores en la Universidad de Harvard y autores de Cómo mueren las democracias (sello Ariel), confirman la aguda alergia de Trump a las personas, organismos e instituciones independientes que sostienen posiciones opuestas a las opiniones, decisiones y caprichos del aún presidente.

Imposible no mencionar al escritor indio-británico Salman Rushdie… cualquier parecido entre su novela La decadencia de Nerón Golden y el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca ¿es mera casualidad?

El también autor del controversial Los versos satánicos, texto que casi le cuesta la vida por la supuesta irreverencia con que trata a Mahoma, describe el surgimiento de “un villano maleducado y ambicioso, narcisista, experto en manipular los medios de comunicación, maquillado como un deportista y de pelo oxigenado”.

Resulta obvio que Rushdie no se refiere al Pato Donald.

Arrogantes y altaneros”

Como si fuera poco, la autora de Los narcisos han tomado el poder, especialista en victimología y todas las formas de violencia, y quien llevó un curso con el FBI que le ayudó a reconocer el tipo psicológico del denominado perverso, un pariente cercano del acosador moral, no duda en calificar a Trump como un narcisista patológico.

Así lo hace tomando como punto de partida el test basado en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM), utilizado por los psiquiatras estadounidenses. Se trata de nueve criterios que en opinión de Marie-France Hirigoyen se reflejan claramente en la personalidad del aún inquilino de la Casa Blanca.

Me limito a citarlos, sin entrar en detalles que han sido harto divulgados por la prensa:

  1. El sujeto tiene un sentido grandioso de su propia importancia (sobrestima, por ejemplo, sus realizaciones y sus capacidades, espera ser reconocido como superior sin haber efectuado nada que lo justifique).
  2. Está absorbido por fantasías de éxito ilimitado, de poder, de esplendor, de belleza y de amor ideal.
  3. Cree ser “especial”, y está convencido de que sólo pueden admitirlo o comprenderlo las instituciones y las personas especiales y de alto nivel.
  4. Tiene una necesidad excesiva de ser admirado.
  5. Cree que todo le es debido: espera gozar siempre de un trato especialmente favorable y que sus deseos se vean automáticamente satisfechos.
  6. Explota al otro en las relaciones interpersonales: utiliza a los demás para alcanzar sus fines.
  7. Falta de empatía: no está dispuesto a reconocer ni a compartir los sentimientos y necesidades de los demás.
  8. Envidia a menudo a los demás y cree que los demás lo envidian.
  9. Muestra actitudes y comportamientos arrogantes y altaneros.

Nada nuevo

A lo largo del primer capítulo de este libro es frecuente el uso de palabras como “arrogante”, “altanero”, “oportunista”, “sexista”, “machista”, “racista”, “vulgar”, “inculto”, “jactancioso”, “intolerante” e “incontrolable”. Todas ellas aplicadas, y debidamente sustentadas (¡aquí sí hay evidencias!), al político de marras.

También se habla -con casos que lo evidencian- de su afán de descalificar al adversario, su incapacidad para reconocer errores, la facilidad con que rechaza las evidencias que no le gustan, la hipersensibilidad a la crítica, su pobreza de vocabulario, el hábito de rodearse de quienes le dan la razón, su virulencia, el desprecio por las mujeres, las bravuconadas con que maquilla su profunda inseguridad y temor, y su obsesión por el triunfo (no acepta un no por respuesta).

Nada de eso es nuevo. Hirigoyen recuerda que ya lo habían advertido años atrás múltiples autoridades y organizaciones en el campo de la psiquiatría y la psicología; entre ellas, la Citizen Therapists Against Trumpism, que alertó sobre el “perfil psicológico preocupante del nuevo presidente”.

“En marzo de 2017, dos eminentes psiquiatras estadounidenses, Robert Jay Lifton y Judith Herman, en una carta abierta a The New York Times, denunciaron el perfil psicológico peligroso del presidente Trump”, rememora Los narcisos han tomado el poder.

¡Tantos años creyendo la Humanidad que aquel joven de la mitología griega obsesionado consigo mismo no tenía apellido y ahora venimos a darnos cuenta que su nombre completo es Narciso Trump!

¿Cómo es posible que una persona así haya llegado a la Casa Blanca?

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente