Hace 25 años los ticos le pusimos cachos al diálogo
Si cerramos la llave de las discusiones, debates, argumentaciones, cuestionamientos, confrontaciones y discrepancias alrededor de una mesa de negociación, ¿dónde y cómo vamos a ponernos de acuerdo?
En efecto, le pusimos cuernos, rabo y tridente a las conversaciones tendientes a buscar acuerdos nacionales. Además, perfumamos ese tipo de pláticas con azufre y las maquillamos con tizones y ceniza.
Satanizamos una de las más valiosas y necesarias herramientas de la vida democrática: el diálogo que procura acercar posiciones, buscar puntos de convergencia en torno a las muy diversas visiones que hay -¡afortunadamente!- sobre el desarrollo del país.
Una parte importante de la población, molesta -no sin alguna razón- contra el bipartidismo y medidas consideradas de corte neoliberal, llevó su enojo al extremo de clausurarle puertas y ventanas a la negociación política.
Así sucedió, para ser precisos, a raíz del llamado Pacto Figueres-Calderón, un acuerdo que se firmó el 28 de abril de 1995 en la Casa Presidencial.
Fue suscrito por el entonces mandatario José María Figueres Olsen, del Partido Liberación Nacional (PLN), y el líder de la oposición Rafael Ángel Calderón Fournier, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
El acuerdo entre ambos, hijos de caudillos que se enfrentaron en la Guerra Civil de 1948 desde trincheras rivales -José Figueres Ferrer y Rafael Ángel Calderón Guardia-, tuvo como objetivo impulsar una agenda de proyectos legislativos.
Platos rotos
Algunas de esas iniciativas de ley: la liberalización bancaria, una reforma a la Ley de Pensiones del Magisterio Nacional y la sustitución del Ejecutivo Municipal por el Alcalde electo por medio de elecciones democráticas.
También la ley de creación de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), las llamadas Garantías Económicas, la Ley de Justicia Tributaria y cambios a la Ley General de Aduanas.
Asimismo, el “descongelamiento” de los bonos del Banco Mundial para la aplicación del Tercer Plan de Ajuste Estructural (PAE III), que incluía la conclusión del proceso de privatización de empresas públicas como Cementos del Pacífico (Cempasa), Fertilizantes de Centroamérica S.A. (Fertica) y la Fábrica Nacional de Licores (Fanal).
“Vivimos en una nación donde nadie, absolutamente nadie, posee el monopolio de la verdad”.
José David Guevara Muñoz. Editor de Gente-diverGente
Una de las consecuencias del Pacto Figueres-Calderón fue la ejecución de una huelga del Magisterio Nacional, la cual agrupó a muy diversos gremios y se prolongó por más de un mes.
Y bueno, una vez que las aguas volvieron a su cauce a la figura del diálogo político le tocó pagar buena parte de los platos rotos.
A partir de entonces, quien se sentara a negociar con quien tuviera una opinión o perspectiva diferente fue visto por algunos sectores de la sociedad como un “traidor” y “vende patrias”.
¿”Enemigos”?
El nivel de intransigencia alcanzó tales extremos que hubo actores políticos y gremiales que se abstuvieron de participar en rondas, jornadas o encerronas de intercambio de posiciones con tal de no sufrir la condena o el linchamiento público o perder parte de su caudal de popularidad.
Discutir de manera constructiva con los “enemigos” se volvió un campo minado. Peor aún, diálogo empezó a confundirse con diábolo.
Cierto, esa situación ha cambiado parcialmente; prueba de ello los proyectos de ley aprobados en los dos primeros años de la actual Asamblea Legislativa debido a acuerdos entre el Gobierno y la oposición.
Sin embargo, de cuando en cuando -como hoy en día- se escuchan algunas voces que satanizan el diálogo y propagan de nuevo el aroma del azufre.
Es entonces cuando me pregunto, si cerramos la llave de las discusiones, debates, argumentaciones, cuestionamientos, confrontaciones y discrepancias alrededor de una mesa de negociación, ¿dónde y cómo vamos a ponernos de acuerdo? ¿En las calles, con piedras, garrotes y balas?
No se trata de despojar al diálogo de su traje de Diablo y ponerle uno de santo casto, puro y milagrero, sino de no privarnos como país de una herramienta que contribuye en mucho a la sana y civilizada convivencia en una nación donde nadie, absolutamente nadie, posee el monopolio de la verdad.
José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente
¡Así es imposible dialogar! (el abecé del estancamiento)
La a dice que la be no tiene autoridad para dialogar porque es burguesa. La be responde que la a es atea.
La ce asegura que la de desentona en un proceso de negociación debido a que es draconiana. La de replica que la ce es corrupta y cínica.
La e advierte que nadie menos indicado que la efe para mediar pues es falsa. La efe califica a la e de empresaria evasora de impuestos.
La ge afirma que la hache tiene vocación de hiena: destroza y ríe. La hache se sacude y comenta que la ge es granuja y coleccionista de gollerías.
La i no tiene la menor duda de que la jota hace jarana. La jota, por su parte, jura que la i es imbécil e indigna de confianza.
La ka se resiste a participar en mesas de búsqueda de acuerdos en las que la ele cuente con una silla; “es ladina”. La ele se queja de que la ka tiene aires de káiser.
La eme etiqueta a la ene de neoliberal. La ene contraataca denunciando que la eme se muere por hacer mesa gallega.
La eñe odia a muerte a la o de oportunista y oídos sordos. La o declara que lo único que le interesa a la eñe es darle un ñangazo a los fondos públicos.
La pe avizora que la qu llevará al país a la quiebra. La qu desea eliminar a la pe de “progre”.
La ere murmura que la ese es socialista, servil de Maduro. La ese tilda a la ere de ricachona, chupamedias de Trump.
La te se refiere a la u como la ungida de los organismos financieros internacionales. La u despotrica contra la te por trepadora.
La uve se resiste a debatir con la w de William Walker: “¡filibustera!”. La w exclama que la uve es una vendepatrias.
La equis no quiere ni ver a la ye pues la asocia con la yihad. La ye amenaza con denunciar la obscenidades de la XXX.
La zeta, como no tiene algún enemigo a la vista, ventila trapos viejos: “La che era choricera y la elle, llorona”. “Pues usted es un zopilote carroñero”, responde la che. “Y además zalamero y zoquete”, agrega la elle.
En eso se la pasan todo el tiempo: descalificándose, denigrándose, ofendiéndose.
¡Así es imposible dialogar!
José David Guevara Muñoz
Periodista independiente
Editor de Gente-diverGente