Por Alejandro Guevara Muñoz

En esto de boyeros, bueyes y carretas, hay un tema que siempre me fascina y es el canto de las carretas, sobre todo en caminos rurales. La combinación de las maderas, los cortes y el herraje de la rueda se combinan o se hacen cómplices y en el espacio de la bocina se encuentran para regalarnos su canto o cacareo como dicen algunos boyeros…

Dicen las abuelas que ellas lograban distinguir el buen canto de una carreta, sobre todo sabían cuál era el canto de la carreta de su esposo boyero… a lo lejos las ruedas golpeaban el camino y su sonido era único… esa capacidad o don tan urgente de las abuelitas, ellas escuchan más y hablan menos…

Pues una abuela estaba con su nieta en el corredor de su casa, regaban con agua algunas matitas, en algunos tarritos había violetas, helechos y geranios,  a lo lejos se escuchaba una carreta, aún no se veía en el horizonte, solamente su cacareo se escuchaba, la abuela le dijo a su nieta:

–¿Escuchas esa carreta?
–Sí abuelita, pero no la veo.
–No hace falta verla para escucharla y además viene vacía – agregó la abuelita.
–¿Cómo sabes qué viene vacía? -preguntó su nieta.
–Escucha bien, sé que viene vacía por el ruido que hace. Cuando viene vacía solamente hace ruido, pero cuando viene bien cargada su canto es muy diferente, más lindo.

En la vuelta del camino apareció aquella carreta vacía, más que un canto era un ruido. Don Memo, boyero del pueblo pasó frente a la casa de adobe y tejas, la nieta no le perdió vista, volvió a ver a su abuelita.

–¡Abuelita venía vacía, adivinaste! Con gran admiración comentó su nieta.
–Noooo, yo no adiviné. Lo que pasa es que la vida me ha enseñado que todo lo que viene vacío hace más ruido de la cuenta.

Colorín, colorado esta abuelita ha hablado…

Alejandro Guevara Muñoz cuenta con más de 28 años de experiencia en temas de mercadeo, fundraising, desarrollo humano y comunitario, DDHH de la niñez, estrategia, sostenibilidad y Habilidades para la Vida.